WASHINGTON, Estados Unidos. – “Viví un episodio de horror y maltrato hacia mi persona, como cliente y como mujer”, denunció a través de la red social Facebook Daylén Vega Muguercia, periodista de medios oficialistas como Cubadebate y Juventud Rebelde, luego de haber sido humillada y casi golpeada en la Tienda Agua y Jabón radicada en la Habana Vieja.
Según indicó Vega, el pasado 12 de octubre, cuando se dirigía hasta ese establecimiento en busca de toallitas húmedas con su hijo de cuatro años, fue víctima de maltratos por parte de David Rivero Menéndez, quien ejercía el cargo de portero en el establecimiento comercial.
“Habiendo llegado antes del horario estipulado para el cierre de la unidad, me coloqué junto a otras personas que aguardaban en la acera para entrar al comercio. El joven abrió la puerta dejando pasar a unas cuatro o cinco personas y la cerró en nuestra cara, de un tirón, alegando: ya no voy a dejar pasar a más nadie porque no me da la gana. Cerró, y comenzó a reírse de los presentes. Al intentar conocer el porqué de su arbitraria decisión, se volteó ignorándonos en medio de burlas”, escribió la joven.
“Estaba interesada en comprar toallitas húmedas, que además era dónde único había. O sea, me quedé en espera de que él decidiera abrir y nos dejara entrar a la tienda. Nunca sucedió; pero ante mis quejas, llegó el encargado del establecimiento, que se presentó como gerente, pero que no era su función realmente. Varias personas en el lugar alegaron haber pasado por lo mismo unos 10 minutos antes, ya que el joven se dedicaba a humillar a las personas que intentaban ingresar a la tienda”, acotó.
Mientras Vega comentaba al gerente sobre lo ocurrido con el portero, este último comenzó a insultarla en un tono cada vez agresivo.
“Se abalanzó sobre mí para intentar agredirme, teniendo que el propio gerente aguantarlo para que no lograra pegarme, todo esto repito: en presencia de mi hijo menor de edad”, contó.
Más adelante, la mujer se dirigió a comprar el producto que buscaba mientras intentaban calmar al portero del estallido de ira y violencia.
“Eso no quedó ahí, caminaba por uno de los pequeños pasillos de la tienda y lo vi a mis espaldas como siguiéndome, en un intento de intimidarme o realizar no sé qué acto violento, hasta que nuevamente intervino un trabajador del lugar y se lo llevó. El hecho que les cuento bien puede calificar como violencia de género.”
“Molesta, humillada, maltratada, víctima, al salir de allí y tras una confrontación verbal registrada también en las cámaras del establecimiento (como los hechos anteriores) los trabajadores del lugar y el propio individuo reconocieron esto que hoy hago público tal cual sucedió. Al salir de la tienda, varias personas reunidas fuera comenzaron a narrar sus experiencias con ese mismo trabajador que, al decir de muchos, acostumbraba a tener ese tipo de comportamientos sintiéndose dueño del establecimiento, generando malestar en la población y poniendo en entredicho a la cadena de tiendas a la que pertenece, y a todo el personal que labora en este tipo de establecimientos”, reprochó Vega Muguercia, quien añadió que el trabajador ya tenía un proceso desde el 7 de octubre por mal comportamiento y pese a ello seguía laborando en el centro.
Tras el incidente, la joven denunció en una unidad policial el hecho, confirmándose luego de la revisión de las cámaras de vigilancia que todo había sucedido de acuerdo a lo narrado.
“Con mi papelito que certifica la denuncia penal, me marché del lugar con la certeza de que en el curso de las investigaciones sería llamada para consulta y/o esclarecimiento de alguna parte del proceso penal en curso. Pero pasaron los días sin que nadie me contactara para nada. Anoche (30 de octubre) fui citada por el Fiscal Edgar, quien hoy en horas de la tarde me informaría la decisión del caso. A las 3:00 pm estaba en el lugar donde me recibiría, y cuál sería mi sorpresa, que el sistema judicial en que tanto confío concluía el curso legal de los acontecimientos sin jamás haber consultado a una parte de los implicados. El documento que se supone yo firmara y que por ética personal no firmé, era una burda mentira y una falta de respeto total hacia mí. No tengo copia para mostrar porque, según ellos, a mí, como denunciante y agraviada, no me asiste el derecho legal de una copia de la decisión. No obstante, manifesté mi descontento, ya no con la propia decisión, sino, con lo que allí se leía”.
“El documento concluía que esto no sucedió, que testigos (amigos del portero y parcializados como es obvio) dijeron que eso no había sucedido. O sea, yo dejaba de ser según el fiscal la víctima, para convertirme en una mentirosa”, concluyó.
La periodista, “decepcionada por el desamparo judicial”, selló su denuncia en las redes sociales con que no podía dejar impune el abuso cometido contra su hijo y hacia ella.
“Hice lo que me tocaba, seguí lo establecido y no quise armar catarsis, pero me siento en el deber de compartirles el abuso del que fui víctima doble, además, al ser ignorada por las leyes”.
La falta de exigencia y de competencia en tiendas estatales ha sido el detonante para que trabajadores de estos centros comerciales se muestren indiferentes ante sus clientes, escuchándose a menudo entre los empleados frases como: “para que tratar bien a la gente si al final cobramos lo mismo”.
Hechos como los ocurridos a Daylén Vega Muguercia, que anteriormente sucedían con frecuencia, ahora son constantemente visibilizados en las redes sociales, única alternativa para burlar el cerco de la indolencia judicial en la isla.
Recibe la información de Cubanet en tu teléfono a través de Telegram o WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 498 0236 y suscríbete a nuestro Boletín dando click aquí.