LA HABANA, Cuba. – Yusel Zez García, fue una de las mujeres beneficiadas por el indulto que el gobierno otorgara el pasado julio a más de 2600 personas, pero, mientras estaba en prisión, su vivienda sufrió el abandono y el deterioro progresivo de su vivienda.
“Mi casa se deterioró mucho y cuando empecé a coger pases, solicité un subsidio porque aquí vivían mis dos niños, la más pequeña, con cinco enfermedades crónicas. Supuestamente, eso me daba prioridad.”
Zez García estuvo tres años y medio en prisión y vive en el municipio de Quivicán, en la provincia de Mayabeque, en una casa de madera con puntal alto.
“Cada vez que salía de pase me daban una muela, una baba y nunca me dieron el subsidio”, explica la mujer, que alega que la justificación de turno era que ella no tenía carnet de identidad.
“Entonces, quién iba a pedir los materiales”, le preguntaban.
Sobre el caso, Zez García asegura: “El estar recluida y tener dos niños chiquitos me da cierta prioridad. Además, la niña tiene cinco enfermedades crónicas y la atienden desde que tenía tres meses de nacida”.
La pequeña –dice Zez- tiene malformación congénita en el riñón derecho, insuficiencia renal grado tres, reflujo gastroesofágico y es asmática crónica.
Finalmente le dicen que se esté “tranquila” que eso saldría por la Tarea Victoria.
Pero, ¿qué es la Tarea Victoria?
Sobre este programa que llevan los Trabajadores Sociales en conjunto con el MININT no hay muchas referencias. En el sitio web de Radio Florida, en Camagüey, aparece definida como “la misión más humana y altruista” encaminada a “la atención integral de adolescentes y jóvenes menores de 17 años, hijos de personas que cumplen diferentes condenas de privación de libertad”, aunque, para esta mujer, la labor del plan no haya sido tan romántica como cuentan en Radio Florida desde hace cinco años.
“A mis niños le han dado sábanas, toallas, un módulo de ropa aunque nunca nos dieron ni colchones, ni camas. Y todo eso mientras estuve con el padre mi hija que también era trabajador social. Ahí entra el tema del subsidio”, cuenta.
En cuanto salió en libertad vio a la oficial de menores de la PNR, que es quien lleva los casos de la Tarea Victoria, y resultó que nunca le dio respuestas.
“Me dice que nunca le llegó, por ninguna vía, que yo estaba solicitando subsidio porque, aunque no tenía carnet de identidad, rápidamente me lo hubieran dado, porque soy un caso priorizado.”
En esa ocasión la oficial le aseguró que “el primer subsidio de septiembre”, sería de ella, “pero ya estamos en octubre…”.
Lily, la oficial de menores del municipio Quivicán parece haberse sumado a la cadena de mentiras que denuncia Zez García.
“La semana pasada se encontró con mi madre y le dijo que acababa de dar el último subsidio de la Tarea Victoria y no hacía ni tres días que le había preguntado y me había dicho que no había presupuesto.”
Mientras, en la oficina de Planificación Física, una funcionaria se cuestiona ¿por qué no le han dado aún el subsidio a esta mujer?
Zez García está “cansada” y asegura que no irá “a más ningún lugar”.
Ya fui a Fiscalía, fui a menores, a vivienda, a Planificación Física y todo el mundo me dijo que me estuviera tranquila. Han dado varios subsidios a personas que no lo necesitan, a personas que tienen perras casas, y entonces a la mía, que no aguanta un viento más, no se lo puedes dar”, se queja la mujer.
Ella no sabe a ciencia cierta a todos los que se lo han dado, pero asegura que “ninguna de las casas malas que están en Quivicán, están en construcción”. Entonces, se cuestiona, “¿para dónde va el subsidio?”.
“Mi tía le tiró fotos, se la llevó al presidente del gobierno y por gusto”. El techo tiene puesto nailon “para que no se moje tanto y los de la sala, el baño y el portal son los más malos”. Además, la casa es muy oscura, incluso durante el día. La iluminación no llega al puntal que tiene la casa.
Zez también compartió con CubaNet la última información que le dieron y que considera que es “otro cuento”.
“Dicen que el presupuesto es de 185 mil, solo para las personas que van a iniciar desde los cimientos la construcción”, y se pregunta, “¿y las casa que se están cayendo?”.
“Mi mamá tiene mucho miedo, pero a mí lo peor ya me pasó” y se refiere al delito por el que fue condenada como “chivo expiatorio” y está convencida que su “casa no se ha caído porque están los santos ahí, pero me toca a mí luchar para que no le caiga en la cabeza a mis hijos”, concluye, aunque está convencida que su historia apenas comienza.
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