LA HABANA, Cuba. – Tras el colapso de los hospitales por el aumento de casos positivos a la COVID-19, el sistema de salud pública cubano modificó su protocolo de actuación para el enfrentamiento a la pandemia e incluyó el ingreso en el hogar como nueva medida para paliar la crisis sanitaria.
Según el Ministerio de Salud Pública (MINSAP), actualmente son ingresadas en sus hogares aquellas personas contagiadas de bajo riesgo siempre que presenten síntomas moderados y no graves. Por su parte, los pacientes de mediano y alto riesgo con signos leves o moderados, o quienes no cuenten con condiciones en su vivienda, son trasladados a instituciones hospitalarias o centros de aislamiento, adonde también van los menores de 12 años, las embarazadas, las puérperas y los pacientes con patologías crónicas asociadas.
Para la nueva modalidad de ingreso en el hogar, el MINSAP creó grupos de trabajo conformados por médicos de diferentes especialidades y estudiantes de medicina que deben visitar diariamente a los pacientes con la finalidad de detectar cualquier anomalía y evitar complicaciones de la enfermedad.
Según varias personas entrevistadas por CubaNet, quienes se recuperaron de la COVID-19 en sus propias viviendas, esta es la modalidad preferida por la mayoría de los cubanos, debido al pésimo estado en que se encuentran la mayoría de los centros hospitalarios del país. No obstante, los entrevistados coinciden en que la atención primaria de salud, a cargo de los grupos de trabajo conformados para esta tarea, es “pésima”.
“No es un secreto la situación que atraviesa Cuba en estos momentos en que ha colapsado todo: no hay medicamentos ni alimentación, no hay nada. Los centros de aislamiento no tienen condiciones. Hay falta de oxígeno, de higiene, hay carencias de todo tipo. Por eso en parte es mejor el ingreso en la casa”, aseguró Zelandia Pérez Abreu, una convaleciente de la COVID-19.
Sin embargo, para la entrevistada la atención médica durante su estadía en casa con la enfermedad no estuvo acorde a lo establecido por el MINSAP, sino que fue “funesta”.
“La doctora vino una vez y nos preguntó por arribita cómo nos sentíamos. Nos dijo que aquí en la casa no podía haber nadie más. Ese día que ella vino había venido mi hijo a traernos algo de alimento y ella se molestó muchísimo, y le dije: ‘¿Si aquí no puede venir nadie quién es el que va a traernos los alimentos?’”.
“Hubo mal trabajo en todo momento y muy poca atención médica. A los 10 días si no has tenido complicaciones estás de alta, pero hasta la fecha nadie más ha venido a verme”, detalló.
“Tampoco tuvimos atención por parte del Gobierno. No pusieron un mensajero para que nos trajera los alimentos. Si no hubiera sido por mi hijo nos morimos de hambre”, agregó.
Por su parte, el capitalino Juan Manuel Moreno Borrego explicó que el único medicamento que le facilitaron las autoridades fue el Nasalferón, fármaco utilizado por Salud Pública para fortalecer el sistema inmunológico de los pacientes de COVID-19.
“Me dijeron que durante 10 días me echara las gotas. Luego pasó una doctora y ratificó que estaba ingresado en la casa; me enseñó los requerimientos que debía cumplir y ya, se acabó, no los volví a ver en una semana”, indicó Moreno Borrego.
Asimismo, explica que el chequeo médico que le realizaban era superficial y que nunca le auscultaron los pulmones para saber si había alguna infección respiratoria.
“Todos fueron requerimientos sobre lo que podía pasar si violaba el perímetro de aislamiento de mi propia casa. Muchas alertas y advertencias a los miembros de la casa y después de eso aquí no se apareció más nadie”, reveló el entrevistado.
Moreno Borrego fue dado de alta “sin un PCR de seguimiento a la enfermedad, sin un chequeo valorativo o evolutivo para determinar si verdaderamente ya era negativo a la COVID-19”.
“Hubo una pésima atención médica a pesar de que soy asmático y que tengo enfisema pulmonar”, lamentó.
Entretanto, Julio Antonio Rojas Portal asegura que debido al déficit de medicamentos para tratar la enfermedad no le quedó otra opción que hacer uso de la medicina natural. “Lo único que me dieron fue un pomito de Nasalferón, que era para un plazo de nueve días, pero ciertamente el cuarto día ya no tenía. Me empecé a sentir mejor tomando medicina natural, mucho cocimiento de hierbas, limón; y eso fue lo que más o menos me mejoró porque no me dieron ni una pastilla para el dolor de cabeza”, lamentó.
Además, durante el tiempo que estuvo hospitalizado en el hogar las autoridades pertinentes solo le vendieron un paquete de pollo y cuatro paquetes de salchichas. “Tuve que pagar 355 pesos por eso (…) y ese fue el alimento que tuve en el periodo en que estuve recluido en la casa con la enfermedad”, detalló.
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