MIAMI, Estados Unidos. – Orlando Capote, un ingeniero cubano de 64 años residente en Miami, se encuentra en una situación inusual: su humilde hogar está enclavado en el corazón de uno de los proyectos inmobiliarios más lujosos de Miami: The Plaza. Capote llegó a ese punto tras resistirse firmemente a vender su vivienda, pese a la presión de poderosas empresas inmobiliarias y a la tentadora oferta de compra por casi un millón de dólares.
Un hombre y una casa
Hace más de dos décadas, el cubano se estableció con sus padres en Coral Gables, un suburbio acomodado de Miami, buscando cumplir el “sueño americano”.
“Cuando llegamos a este país en 1969, la renta era como de $150 o $200 al mes, pero subía y subía. Y mi papá siempre quiso tener una casa. Es el sueño americano y uno trabaja para alcanzar ese sueño”, recordó Capote en una reciente entrevista con la BBC.
La familia compró una modesta vivienda unifamiliar en Coconut Grove Dr., en el corazón de Coral Gables. El barrio, que una vez fue una tranquila calle residencial, ha cambiado drásticamente desde entonces, transformándose en el centro de un desarrollo inmobiliario multimillonario. “Ahora vivo rodeado de lujosos edificios de The Plaza, un desarrollo inmobiliario de $600 millones”, dijo Capote.
El desarrollo en cuestión incluye un hotel de 242 habitaciones, restaurantes y tiendas de lujo, oficinas y residencias de alto nivel, algunos de los cuales bordean directamente la propiedad de Capote, bloqueando la luz del sol y la brisa. Su vista frontal está obstruida por maceteros del desarrollo, a los que Capote llama irónicamente “los ataúdes”.
El cubano sostiene que las autoridades locales favorecieron a las empresas inmobiliarias a expensas de los residentes. “El Gobierno de Coral Gables dio todas las facilidades a una firma inmobiliaria a costa de nuestros derechos y de nuestro acceso a los servicios públicos”, criticó Capote. Sin embargo, el Gobierno de la ciudad dijo a la BBC que el desarrollador obtuvo los permisos necesarios por parte del condado Miami-Dade.
“Somos inmigrantes. Mis padres dejaron todo en Cuba para traerme aquí. Y trabajaron mucho. Y aquí nos quitaron el sueño americano y se lo dieron al desarrollador”, lamenta el hombre de 64 años.
Llegados a este punto, el cubano ha resistido las presiones para vender su casa durante casi dos décadas. Incluso, rechazó la oferta de más de 900.000 dólares que recibió en una época particularmente difícil para la familia: su padre estaba enfermo y en el hospital, lo que le hizo imposible considerar la oferta seriamente.
“En ese momento, con mi papa y su situación en el hospital, y yo oyendo y preguntando lo que valían las casas, no había forma de que pudiera hacerlo. Cuidar a mi papá, buscar casa, mudarnos… Después de todo nos tomó 20 años encontrar esa casa”, recordó a la BBC.
A pesar de las dificultades y la sombra de los grandes edificios a su alrededor, Capote está más decidido que nunca a mantenerse firme. “Déjenme en mi casa”, demanda. Aunque el acceso al sol y el servicio de recolección de basura pueden ser complicados, sigue residiendo en la casa que compró con sus padres hace tantos años, manteniendo viva su porción del “sueño americano”.