LA HABANA, Cuba. – Para la radio cubana hay un antes y un después de Eduardo Rosillo, el estelar locutor nacido en La Maya, Santiago de Cuba, que supo colarse en el hogar de todos los insulares con el programa “Alegrías de sobremesa”. El tenaz joven que se había mudado a La Habana en enero de 1958 para escapar de la persecución política, fue anunciante de comerciales y ofreció conferencias de tránsito por un altoparlante hasta que fue creada la emisora CMQ, que le abrió las puertas hasta su salto definitivo a Radio Progreso en 1963.
A la emisora número uno de Cuba dedicó Rosillo más de 50 años de trabajo. Su voz dio vida a programas de altísimo rating como “La discoteca popular”, “La discoteca del ayer”, “Un domingo con Rosillo” y “Alegrías de sobremesa”; este último junto a figuras entrañables para los radioyentes.
Rosillo fue, además, el presentador por excelencia de la Orquesta Aragón, y un defensor irreductible de la música tradicional cubana. Más que deleitar al público con su alegre y dinámica forma de conducir los programas, cada encuentro con el locutor era un viaje a través de la cultura musical de la Isla.
Eduardo Rosillo amaba la radio y la asumía con una responsabilidad excepcional. En tal sentido, fue capaz de trasladar a su relación con los oyentes la misma familiaridad que compartía en el estudio, que fue su segundo hogar. Como pocos locutores en la historia, Rosillo dominaba el arte de atrapar público, invitarlo, acompañarlo, brindar información y proponer temas de interés.
A través de la radio llegó a Cuba entera, un privilegio por el cual admitió sentirse profundamente agradecido. Sobre el medio al que consagró su vida, señaló en una ocasión: “Por eso hay que servirla con humildad (a la radio), porque da la posibilidad de que uno entre en la vida de las personas. El humano es por naturaleza selectivo, uno no lleva a todo el mundo a su casa, lo sienta a su mesa, lo invita a su cuarto. Sin embargo, cuando prendes el dial, esa voz que se comunica no pidió permiso y, de inmediato, comienza a informarte, a convidarte, a compartir sentimientos”.
Eduardo Rosillo murió el 3 de enero de 2015, a la edad de 85 años.
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