MARIEL, Cuba, 22 de julio (Moisés Leonardo Rodríguez, 173.203.82.38) -La lavadora marca LG que compró Ileana Iglesias en la tienda TRD (Tiendas de Recuperación de Divisas) de Cabañas, comenzó a hacer un ruido extraño e Ileana contactó a los talleres de reparación indicados en los documentos recibidos al comprarla.
Primero, se dirigió personalmente al taller de reparación de equipos electrodomésticos de su lugar de residencia, Cabañas, municipio Mariel de la provincia Artemisa. Allí le dijeron que no reparan lavadoras porque no tienen técnicos ni piezas para dar ese servicio.
Entonces llamó a los talleres de reparación de La Habana y allí le informaron que debía llevar la lavadora rota al taller, por sus medios, pues solo ofrecen reparaciones a domicilio para las que estén en garantía. Calculó Ileana que el alquiler de un auto para trasladar la lavadora le costaría por lo menos 30 dólares, más el recargo por el tiempo de espera para recibir el servicio, mas el costo del trabajo. Desistió del plan.
Al comunicarse telefónicamente con el taller de la provincia que le corresponde, Artemisa, le informaron que no tenían piezas para las que estuvieran fuera de garantía. La suya, de sólo unos meses, había vencido en julio del año en que la compró, el 2009.
La mujer, finalmente, pudo contactar a un mecánico particular de la Habana, que alguien le recomendó. El esposo de Ileana le explicó al hombre por teléfono lo que tenía la lavadora y, sin cobrarle ni un centavo, el mecánico le indicó lo que debía hacer para arreglarla. La operación fue muy simple, y además realizada por un aficionado. La lavadora funcionó de nuevo sin problemas.
La familia respiró aliviada, pues el equipo, que apenas tenía dos años de uso y les había costado cerca de 300 dólares, o sea, un año de sueldo del esposo de Ileana. Proporcionalmente, el costo de una lavadora para un trabajador cubano equivale al de un automóvil para un trabajador de cualquier otro país del tercer mundo.