SANTIAGO, Cuba. – Como “un sentimiento malsano hacia disidentes y opositores cubanos”, así describió el doctor Roberto Serrano Delis la cadena de negligencias médicas en contra de defensores pacíficos de los derechos humanos en la Isla.
Los “errores médicos” en Cuba son muy cuestionables cuando perjudican a personas desafectas al Gobierno, puesto que el régimen trata a los disidentes como enemigos a los que debe erradicar.
“En el país son frecuentes las quejas por los malos tratos, las demoras en los turnos médicos, las reprogramaciones de cirugías urgentes ―lo que puede comprometer la vida de los pacientes―. Son casi obligadas las infecciones intrahospitalarias por la falta de higiene en la mayoría de las unidades asistenciales del país, y todo esto se agrava cuando el enfermo es un disidente”, detalló Serrano Delis.
Por ejemplo, el pasado seis de abril falleció la activista de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) Esclaida Rodríguez Chacón, a causa de un paro cardiorespiratorio, al final de una cadena de complicaciones provocadas por la negligencia del personal médico del Hospital Oncológico de Santiago de Cuba.
Rodríguez Chacón fue operada a causa de un cáncer de endometrio en ese hospital el 10 de enero pasado. Aparentemente, le habían realizado una histerectomía total con doble anexectomía, también conocida como “radical”.
Días después de la intervención, la activista comenzó con los tratamientos de quimioterapia y radioterapia. A pesar de que los médicos que realizaron la operación aseguraron que “todo había salido bien”, de forma repentina la activista comenzó a tener sangrados. De inmediato, sus familiares la llevaron hasta el hospital materno conocido como Clínica de Los Ángeles, donde los médicos descubrieron que tenía restos del cuello uterino.
“Cuando el doctor me dijo eso, le repliqué que no podía ser, porque los médicos que operaron a mi mamá me habían dicho que le hicieron una radical y que todo había salido bien. Él se sorprendió y me dijo: ‘¿Quieres que te dé un consejo? Ve a confrontar a esos médicos”, reveló la hija de la activista.
El día seis de abril, Rodríguez Chacón regresó al Oncológico para pedir cuentas a los doctores, pero en ese momento su cuadro respiratorio se agudizó.
Al verla con dificultades para respirar, los médicos presentes insistieron en realizarle la prueba del coronavirus y le pidieron que se pusiera el nasobuco antes de brindarle los primeros auxilios. Los familiares intentaron explicar a los galenos la patología de base de la activista, pero no fueron escuchados y finalmente Rodríguez Chacón murió.
Sobre este suceso, el doctor Serrano Delis señaló: “Fueron muchas las ‘coincidencias’, y es evidente que en este caso no se cumplió ningún protocolo quirúrgico. Por último, ya en franca afectación sistémica debido al cáncer, la paciente hizo un cuadro respiratorio grave y ni siquiera fue ventilada”.
Aunque no tan lamentable, el caso de Zenaida Rams Santana, otra integrante de UNPACU, también resulta preocupante. Desde hace casi siete meses, los médicos le realizaron una microcesárea a la activista, una intervención de la que aún no se ha recuperado.
Un día después de dar a luz, a Zenaida le fue practicada una esterilización quirúrgica en la Clínica de Los Ángeles. En postoperatorio, comenzó a tener fiebre alta, dolor, desánimo e inapetencia. Los médicos concluyeron que había adquirido una bacteria de estafilococo.
Pese a un largo tratamiento con antibióticos, la infección no cede y en una reciente consulta médica, la activista fue informada de que debía volver a operarse.
“Tengo la herida abierta y drenando pus. Lo que me hice fue una cirugía que casi no implicaba ningún riesgo, por eso no hay nadie que me quite de la cabeza que me inocularon la bacteria”, asegura Zenaida.
No es la primera vez que algún disidente acusa al régimen cubano de haberle inoculado una enfermedad. Recientemente, el biólogo Ariel Ruiz Urquiola aseguró que “médicos cubanos inescrupulosos” le contagiaron el VIH, atendiendo a órdenes de agentes de la Policía política.
Asimismo, los activistas Xiomara de las Mercedes Cruz Miranda y Cristian Pérez Carmenate corren peligro por la negligencia médica o, incluso, la presunta inoculación de enfermedades infecciosas, de acuerdo con la denuncia de sus familiares. Ambos son miembros de la UNPACU y cumplían prisión política cuando fueron liberados bajo licencia extrapenal por el deterioro físico que ambos sufrieron mientras estaban en la cárcel.
Inicialmente Xiomara presentó lesiones en la piel. Sin embargo, su estado de salud no dejó de empeorar. El pasado 21 de enero, la también Dama de Blanco fue trasladada a Miami con una visa humanitaria que le permitía recibir atención médica en un hospital del sur de la Florida.
Recientemente, el doctor que está al frente de la junta médica que atiende a Xiomara expresó que “los médicos cubanos habían cometido una cadena de negligencias en contra de la opositora”, y que habían errado en los diagnósticos de tuberculosis y leucemia.
“Porque pasó mucho tiempo sin atención médica, la activista no sólo tiene una neumonía sino también una fibrosidad pulmonar”, aseveró el doctor.
Por su parte, Cristian Pérez se mantiene en estado grave, aunque todavía se desconoce su diagnóstico real. En prisión sufrió torturas físicas brutales que le ocasionaron pérdida de la movilidad. En su caso el régimen también ha utilizado justificaciones, sin embargo, los cuatro meses que el opositor estuvo en la cárcel fueron suficientes para que hoy se debata entre la vida y la muerte.
Desafortunadamente, la mayoría de estos hechos no trascienden puesto que resulta casi imposible probar que tales “negligencias” han sido en verdad malintencionadas. En Cuba, también los hospitales se encuentran al servicio del régimen comunista, responden a sus intereses y se subordinan a él.
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