LA HABANA, Cuba.- No podría decirse con certeza a cuánto asciende el déficit de profesores en todos los niveles de enseñanza a nivel nacional. Algunas publicaciones han revelado la falta de docentes en provincias como Ciego de Ávila, La Habana, Matanzas, Sancti Spíritus y Camagüey; un problema que se ha venido agravando en los últimos quince años, pero tras la pandemia y en medio de la crisis tanto energética como sistémica, ha obligado a adoptar medidas desesperadas.
En agosto pasado la Ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella, reconoció que para paliar la carencia de maestros en La Habana habían contratado a estudiantes universitarios y profesores de otras provincias. La medida no parece coherente, puesto que a pocos días de iniciarse el curso escolar 2022-2023 Ciego de Ávila reportaba un déficit de 746 maestros, Sancti Spíritus 923, Camagüey 1 138 y Matanzas 425, por solo mencionar algunos de los territorios más afectados.
El sector educacional ha figurado siempre entre los menos favorecidos por las políticas económicas adoptadas por el Gobierno cubano. El exceso de trabajo y los bajos salarios, sumados a la persistencia de la crisis y los efectos de la inflación, han provocado que los docentes pidan la baja por miles para dedicarse al trabajo por cuenta propia o abandonar el país.
Se desconoce cuántos maestros han salido de Cuba durante la actual ola migratoria, pero los propios estudiantes admiten que muchos de sus profesores, sobre todo los jóvenes, se han ido “a ver los volcanes”, o que “ya cruzaron el río”. Detrás dejan plantillas envejecidas que se mantienen impartiendo clases por la fuerza de la costumbre, por no renunciar a sentirse útiles o porque no pueden permitirse cambiar salario por pensión en los tiempos que corren.
En 2021, como parte del Ordenamiento Monetario, el Gobierno cubano eliminó el pago por años de servicio a los docentes, y les prohibió impartir clases particulares mientras estuvieran trabajando para el Estado. La decisión no pudo ser más contraproducente en un contexto de privaciones como el que atraviesa Cuba. No es raro, entonces, que los profesores se nieguen a volver a las aulas, y que para cubrir las vacantes los directivos de Educación estén echando mano lo mismo a estudiantes de carreras pedagógicas —matrícula que también decrece cada año—, que a “personal calificado” de la producción y los servicios, ambos sectores ajenos al magisterio.
Así están las cosas este 22 de diciembre en que Cuba celebra el Día del Maestro. La Revolución que hace más de sesenta años fue capaz de involucrar a miles de jóvenes en la noble tarea de alfabetizar, hoy no logra suplir la falta de profesores, a los que ha explotado y empobrecido sin compasión, relegándolos prácticamente al fondo de la pirámide profesional del país.
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