
LA HABANA, Cuba.- En medio de una merma considerable en el funcionamiento de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), en especial a nivel de cuadras y barrios, la maquinaria del poder ha celebrado por estos días el IX Congreso de esa organización.
Pero, por supuesto, los gobernantes se niegan a interpretar la creciente apatía de la población hacia las tareas de los CDR como una muestra de rechazo al régimen. Ahora el castrismo acude al factor generacional para tratar de “explicar” las razones del declive de una organización fundada por Fidel Castro el 28 de septiembre de 1960, con el objetivo de reprimir a los opositores de su gobierno.
Semejante intento justificativo formó parte del discurso de clausura del referido IX Congreso, pronunciado por José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Partido Comunista. Tras aseverar que las mujeres y hombres de hoy no son iguales a los de seis décadas atrás, y que resulta inútil y carente de sentido dedicarse a comparar una generación con otra, Machadito afirmó que “Nada ni nadie permanece incólume al paso del tiempo. Las circunstancias cambian y con ellas las personas. Por tanto, se requiere un pensamiento creativo y una valoración correcta de la realidad, al definir la forma de actuar ante cada desafío”.
Traer a colación el elemento generacional, que en otras circunstancias podría explicar perfectamente la diferente manera de actuar de los jóvenes con respecto a sus predecesores, en este caso es pura hipocresía de los gobernantes cubanos. Porque ellos siempre han insistido en que en Cuba se manifiesta una continuidad generacional, algo ratificado últimamente por el flamante presidente Miguel Díaz-Canel en las Naciones Unidas. Es decir, que las nuevas generaciones siguen la pauta trazada por los barbudos de la Sierra Maestra. Entonces valdría la pena preguntar: ¿en qué quedamos, Machadito, hay continuidad para unas cosas y ruptura en otras?…
En otra parte de su discurso, el segundo hombre de la nomenclatura partidista expresó que la tarea más importante que tienen ante sí los CDR es la ideológica. Una tarea que incluye el combate contra el delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales. Entre estas últimas se especifican el consumo de drogas y la prostitución, lo que indica la magnitud alcanzada por esas actividades en la vida diaria de los cubanos.
Se informó que el IX Congreso aprobó nuevas formas de realización de la denominada “guardia popular revolucionaria”, de acuerdo con las condiciones, características y necesidades de cada lugar. Lo cierto es que, en la actualidad, son muy escasas las cuadras donde se continúan haciendo las clásicas guardias nocturnas de los CDR.
En lo referido al cobro de la cotización, casi la única actividad que hasta ahora funcionaba de manera estable, trascendió que ha decaído. Eso significa que cada vez son más los cederistas que se niegan a aportar su dinero para financiar las parasitarias estructuras de la organización a nivel municipal, provincial y nacional.
Por último, el IX Congreso lamentó el no completamiento de las plantillas de miembros profesionales de la organización, así como la inestabilidad de esos cuadros que se desempeñan en las citadas instancias superiores de los CDR. Lo anterior se agrega a los incontables Comités a nivel de cuadra que no cuentan con ningún vecino que acepte ocupar cargos en esa organización.