LA HABANA, Cuba. – Leoncio Hernández Villafaña tiene 56 años y es un hombre enfermo. Su cuerpo realiza, de manera continua, movimientos involuntarios debido a una enfermedad llamada corea. Leoncio Hernández Villafaña también es opositor.
Y es precisamente por esa última condición que la Seguridad del Estado se ha ensañado contra él: “Me lo han quitado todo, mi casa, mi camión, mi finca y hasta mi familia, a la que han usado en contra mía”, lamenta.
“He tenido que dormir bajo los puentes, en los parques, en las terminales, pidiendo limosnas porque ellos se han asegurado de que no tenga nada”, agrega.
Desde 1997, cuando un accidente le provocó un trauma medular y le desencadenó la corea ―definida por los manuales médicos como uno de los síntomas de la enfermedad de Huntington― le ha sido imposible trabajar.
“Ellos [los agentes de la Seguridad del Estado] se han empeñado a lo largo de los años en hacerme ver como un loco ante la sociedad, ante mi familia, ante los mismos opositores; y mi enfermedad es neurológica, no psiquiátrica”, asegura.
Según cuenta, “la mafia” lo ha ingresado más de 10 veces en el Hospital Psiquiátrico de Camagüey, su ciudad. Allí le hacen “lo que les da la gana”, dice. “A lo mejor me dan electrochoques o me inyectan medicamentos inadecuados para mi enfermedad”.
Hernández Villafaña es miembro de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) desde finales de 2013. Y aunque en estos momentos no se encuentra activo en la organización, de acuerdo con Zaqueo Báez Guerrero, coordinador del grupo en La Habana, ha sido blanco de la represión del régimen cubano.
“Me consta que es un opositor que siempre ha estado enfrentando y padeciendo”, dice Jorge Cervantes García, un activista santiaguero miembro de la UNPACU. “Lo han amarrado, los médicos se han prestado para torturarlo, lo han dejado botado en los cañaverales, le han dado golpes, lo han arrastrado, le han hecho innumerables detenciones. Leoncio ha sido una víctima impotente del régimen porque prácticamente no ha tenido cómo defenderse”.
Fidel Castro, “el mayor mentiroso”
Hernández Villafaña cuenta que dejó de creer en el comunismo tras una visita de Fidel Castro a la empresa Planta Mecánica de Camagüey, donde él trabajaba, a finales de los 80. Esa vez se dio cuenta de que el dictador era “el mentiroso más grande de la historia”, dice.
“Allí en Planta Mecánica, donde yo trabajaba como fundidor, se ensamblaban los rifles AKM. Las piezas se traían de la antigua Unión Soviética pero él [Fidel Castro], cuando terminó el discurso, levantó tres veces un fusil y tuvo el descaro de decir ‘Cien por ciento Planta Mecánica de Camagüey’”, recuerda.
En ese momento el opositor cuenta que empezó a gritar que era mentira. De inmediato los ingenieros lo interceptaron y desde ese momento llamó la atención de la Seguridad del Estado: “Fue la primera vez que me detuvieron y dejé de creer en ese mentiroso”, asegura.
Pero la “guerra” que le ha hecho el régimen, dice, no solo apunta a su vida personal. “Le han hecho creer a la dirección de la UNPACU que soy un seguroso y que trabajo para ellos, cosa que por supuesto me duele muchísimo”, lamenta.
En estos momentos, Hernández Villafaña no tiene dónde vivir. Aun así, su única obsesión es la libertad de Cuba, por la que luchará “así sea después de muerto”, dice. “Si ellos me logran matar, o el día que me muera, si no ha llegado la libertad de Cuba, yo seguiré luchando por ella”, termina.
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