LA HABANA, Cuba.- Mientras en el centro y oriente de la isla los artistas del tatuaje viven la persecución de las autoridades, en occidente un coronel jubilado de los Órganos de la Seguridad de Estado emerge como tabla salvadora para negociar con Cultura y Salud Pública la legalización del gremio.
Ahora en condición de abogado, Vitelio Ruiz, nombre del ex oficial del cuerpo represivo que además de los tatuadores apadrina a los ‘artistas del piercing’, ha conseguido elevar a la mesa del Consejo de Estado la petición de aglutinar ambas manifestaciones artísticas en una organización que nombró Asociación Cubana de Tatuadores y Perforadores (ACTP).
Tanto para tatuadores como para ‘perforadores’ el pasado del ‘manager’ no tiene la mayor importancia. A fin de cuentas, sólo él ha conseguido, y en pocos meses, que las autoridades pongan atención al reclamo de legalización que cientos de artistas llevan años realizando con cero éxitos.
Después de dos años sin que el gremio obtuviera permiso para celebrar actividades masivas, bajo la guía del abogado-seguroso los ministerios de Cultura y Salud Pública dieron su anuencia para la celebración de la primera Convención del Tatuaje en Cuba, recientemente efectuada en esta ciudad con la presencia de artistas foráneos que impartieron talleres sobre sanidad, técnicas y tendencias del controvertido arte.
De acuerdo con Roberto Acosta, artista independiente invitado a la convención, en el evento Ruiz aseveró que la autorización de la asociación se encuentra en el 80 por ciento del proceso. Por el momento el Ministerio de Salud se erige como el único obstáculo a vencer.
“Él tiene sus mañas, sabe lo que tiene que hacer y a quiénes ver para resolver. Le hacen caso y al final lo que cuenta es que por primera vez tenemos una esperanza de trabajar en paz”, refirió Acosta sugiriendo las influencias que posee Ruiz como alto jerarca de la Seguridad de Estado.
Durante el encuentro de tatuadores, indicó Acosta, se adelantaron algunas de las soluciones que progresivamente se están adoptando para cumplir con los requisitos de Salud, entre ellas la apertura de ‘Tattoo Shops’ –tiendas– donde adquirir los materiales sanitarios y demás implementos que hoy son comprados a personas que viajan al exterior.
“Vitelio dijo que la ACTP va, que cómo se explica que para una potencia médica asegurar la salud sea un problema”, comentó Acosta.
Sin embargo, aunque el sueño de la legalización parece cada vez más cercano a la realidad, muchas incertidumbres todavía rondan a los practicantes de este arte decorativo que, de ser aprobado, automáticamente se convertiría en una actividad comercial con obligaciones ante el gobierno.
Algunas exigencias, como la de climatizar de manera obligatoria los estudios, convertirían al tatuaje en un negocio de alto estándar inabordable para los artistas con poco presupuesto para invertir.
Yoel Parra Guerra, graduado de Artes Plásticas que ‘migró’ de la pintura a la realización de tatuajes, explica que la salud de la ATCP dependerá de cuánto deberán pagar sus afiliados a la Oficina Nacional Tributaria (ONAT), y de los precios que tengan los productos en las ‘Tattoo Shops’.
“El precio de un tatuaje de calidad está por encima de las posibilidades de la mayoría, por los costos que tienen los materiales. Si nos aprietan mucho lógicamente tendremos que subir la tarifa, a pesar de que quienes se quieren ‘pinchar’ –tatuar– primero deben ahorrar y van a venir menos clientes. En ese caso es mejor que las cosas se queden como están”, comentó Parra.
Tatuar no es legal, y a la vez es legalizado por un limbo jurídico que no entrelaza la rotulación de la piel con el trabajo privado, pero que tampoco la criminaliza por tratarse de una creación artística.
No obstante, argumenta Amaury Villa del Red Fire Estudio, “como buitres” los inspectores visitan los estudios pidiendo licencias y las facturas de los materiales empleados.
“A más de un despistado le enganchan 1500 pesos de multa por no tener licencia, cuando todavía ninguna institución tiene jurisdicción para inspeccionarnos”, relató Villa.
En oriente, amplió el artista del Red Fire, la situación para los tatuadores es mucho más compleja.
“Pasan trabajo para conseguir los materiales, todo es más caro, y luego a muchos colegas la policía se lo quita todo por la fuerza. Quizás a ellos si les convenga la legalización, aunque como quiera mucha gente va a tener que seguir por debajo del telón”, espetó Villa.