LA HABANA, Cuba, 22 de mayo de 2013, Aleaga Pesant/ 173.203.82.38.- Regresa Juan Carlos Cremata Malberti a removernos la bilis, con la segunda temporada de Las viejas putas contra el hombre lobo. Obra mortificante y transgresora, que mantiene el perfil del escenario nacional, abierto en su día por la compañía El Público, lleno de obscenidades y morbo.
Esa puede ser una de las razones por las cuales en esta segunda temporada, durante más de dos meses y hasta el 30 de este mes, la sala Adolfo Llauradó, en el céntrico Vedado, se mantenga llena. Aun con el inconveniente de haber sido programada para días entre semana (martes a jueves), y a las seis de la tarde. La hora más complicada de la vida social.
La copy, como le gusta decir a Juan Carlos, sobre esta segunda parte o segunda temporada de Las Viejas putas contra el hombre Lobo se compone de siete historias con una línea argumental, llenas de “irreverencia, choteo, desparpajo pero además mucha carga de reflexión, hondura y propuesta diferente”.
Todos los cuentos son protagonizados por mujeres viejas, que recuerdan, se frustran se relanzan en su sexualidad, sostienen dictaduras familiares o mueren en la intima comprensión de lo desconocido. Una suerte de Camus, Wilder, Fosse y Orizondo incorporados al relajo filosófico cultural de “lo cubano”.
Clases de amor, Recuerdos de circo, Los viejos sentimientos, El sexo de los marcianos, El creyón de labios, La soledad y La bronca final, son las siete historias. Resueltas con una escenografía sencilla, casi apretada, donde el peso de los actores, con su vestuario descalificador (Vladimir Cuenca), monta la trama de clown´s tropicales, abordados por la modernidad y la transexualidad.
Un espectáculo hecho para dañar y lastimar, en lo ridículo de las historias, mientras ríes, en medio de palabras soeces, convertidas en muletillas. Las viejas… cuenta con un elenco de jóvenes talentos. Raysell Cruz, Edel Lulay, Daniel Robles y Marcial Reyes. Además de Aidana Febles, Beatriz Candás, Maridelmis Marín, Gessliam Suárez. Sin olvidar a Estherlierd Marcos, Pedro Díaz Ramón y Hugo Alberto Vargas.
Acompañan como artistas invitados los conocidos Carmita Ruiz, Pavel Barrera, Edith Massola, Olivia Santana y Orlando Manrufo (Mariconchi), quienes en conjunto y por historias, logran a veces mantenerte en tu asiento durante los largos 150 minutos de obra.
Carmita Ruiz en El sexo de los marcianos, y Orlando Manrufo en las historias El creyón de labios y La bronca final, se llevan el peso del trabajo, tanto por el tiempo en escena como por la interpretación de sus personajes; no por conocidos por el público son menos ricos en matices y comunicación.
El diseño sonoro de Yuri Concepción, correcto en síntesis, ayuda a establecer la atmósfera necesaria para mantenerse conectado. Va de la música republicana a instrumentales, que ponen cada historia en situación de ser abordada por el espectador. No obstante, la obra utiliza muchos chistes “baratos”, diálogos que no se sustentan y hasta aburridos, además de la falta de concentración de algunos actores que hace aun más lamentable su puesta en escena.