LA HABANA, Cuba, 15 de diciembre (Miguel Iturria Savón, 173.203.82.38 ) -Millares de personas recibieron el martes 13 de diciembre a las cinco y treinta de la tarde a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, frente a la iglesia católica del Cotorro, al sudeste de La Habana, donde arribó escoltada por sacerdotes, laicos, banda de música y policías de tránsito.
Los altavoces de la iglesia alternaban sus cantos alegóricos con invocaciones al orden, mientras miles de personas bajaban por las cuatro esquinas del pueblo, con el tránsito desviado hacia las calles colindantes, colmadas por creyentes y curiosos. La procesión que precedía al vehículo de la Virgen avanzó despacio por la calle 20, desde la fábrica Antillana de Acero hacia el Centro del Cotorro, adentrándose en la iglesia situada en el Parque Maceo, donde fue venerada hasta las diez de la noche. Al amanecer del 14 continuó hacia otro municipio de la capital.
Entre los asistentes predominó el orden espontáneo y la veneración religiosa. Jóvenes y ancianos con flores en las manos se persignaban ante la caravana. Al bajar a la Virgen del vehículo se impuso el silencio. Minutos después la multitud comenzó a disolverse, pero cientos de fieles esperaron para entrar en la parroquia.
La Virgen del Cobre es una de las representaciones que los cristianos hicieron de María, la madre de Jesucristo. Cuentan que la Virgen de la Caridad fue hallada por tres mineros en la norteña bahía de Nipe, alrededor de 1606 a 1612. Desde su traslado al poblado del Cobre, cerca de Santiago de Cuba, confluyen historia y leyenda en torno a su veneración religiosa, cívica y patriótica. El 19 de mayo de 1916 fue consagrada como Patrona de Cuba por el Papa Benedicto VI.
El inusual recorrido de la Virgen por la isla culminará en La Habana, el 30 de diciembre del 2011, lo cual es un suceso espiritual de gran valor simbólico tras medio siglo de ateísmo estatal y persecuciones religiosas y políticas.
Según los Obispos católicos: “Cuba necesita la alegría de la fe y la Virgen de la Caridad ha salido al encuentro de sus hijos para que los que se habían alejado vuelvan a Dios, para que quienes han permanecido firmes acrecienten su compromiso cristiano y para que todos experimentemos el gran amor de Dios por sus hijos y nos esforcemos por construir la unidad en la verdad y en el amor entre todos los que formamos un mismo pueblo, superando e integrando las diferencias y las distancias”.