LA HABANA, Cuba.- Que los habaneros caminen por la calle no es solo una cuestión de mala educación, “es verdad que uno tiene que ir pendiente a que no te escupan o que no te caiga un balcón en la cabeza, pero lo peor es que no hay una acera que sirva. Hay roturas tan viejas que tienen hasta yerbita”, comentó a CubaNet una holguinera que contrasta su experiencia en la capital con la de su provincia, y se burla, porque quizás no le duele tanto el infortunio de la que llaman la ciudad maravilla.
“¿Quién responde por las aceras rotas? Si cualquiera viene, abre un hueco, y después se olvidan de que lo abrieron”, dice un vecino de La Víbora, que pudiera haber sido uno en Centro Habana, El Cerro o cualquier otro municipio de la ciudad. “El único que no puede abrir el hueco es uno, porque enseguida aparecen los inspectores. Un vecino de los bajos tenía problemas con el agua, esperó por Aguas de La Habana, pero nunca vinieron a solucionarlo. Terminó él haciendo el trabajo y poco después vinieron a multarlo”, comentó.
Para Clara es más fácil caminar “por el medio de la calle que ir sorteando los huecos de la acera”, sin embargo, su mayor preocupación es su abuela, “si a mí me pasa algo no importa, pero un tropiezo en ella puede significar una cadera rota, y eso deviene en la tragedia que es llegar a un hospital donde no hay nada”, nos asegura.
La condición de los andenes en Cuba es crítica, no hay infraestructura para construir donde no hay o reparar los que ya están dañados. Huecos ciegos, concreto roto, cabillas que sobresalen. Para Giselle, por ejemplo, una santera cubana, la situación de las aceras adquiere un matiz religioso. “Me prohibieron en el Itá cruzar huecos o zanjas, por lo que es mejor coger calle, lo mismo por Neptuno que en medio de Santo Suárez”, asegura. El itá es la conversación con los Orishas que tienen los practicantes de la Regla de Ocha en Cuba.
Cojímar fue durante muchos años la capital del bache, pero ahora la disputa por la corona se ha extendido a toda la ciudad.
“Aquí es por culpa de la basura”, dice Elier, en Alamar, “se meten un año en venir a recogerla, y cuando lo hacen meten una pala mecánica que se llevan hasta la tierra que está debajo de la acera, y lo que queda después es un hueco para que se acumulen el agua y los mosquitos”, denuncia.
La empresa de Comunales se declara en bancarrota cada vez que se le responsabiliza con el ornato y la limpieza de la ciudad. “No tenemos suficientes camiones” es una de las respuestas más comunes cuando se les pregunta por la recogida de basura; en el caso de las aceras rotas responden con evasivas y más preguntas: “¿quién abrió el hueco? ¿fue el gas? Pues ellos son los encargados de cerrarlo”.
Por otro lado, Aguas de La Habana, la empresa eléctrica y la del gas debieran contar con brigadas de mantenimiento, pero tampoco se responsabilizan cuando terminan algún trabajo.
“Yo me cansé de llamar al gas”, denuncia otro vecino de Santo Suárez, “llegaron y abrieron huecos por toda Lacret y se olvidaron de esta esquina, Alcalde Ofarrill, pero en cualquier momento habrá un accidente, porque lo más que hemos podido hacer es mantener el cartel visible, por si acaso”.
Algunos creen que la falta de “iniciativas en el barrio” o la falta de “sentido de pertenencia” pueden ser los motivos por lo que las aceras permanezcan tanto tiempo rotas. Otros responsabilizan totalmente al gobierno y su mala gestión.
La realidad es más diversa. Hay quien cree que “ni los vecinos tenemos recursos para hacer algo así, ni podemos hacerlo porque enseguida aparece alguien para cuestionarnos”, comenta Wilfredo, un vecino del Cerro.
“Muchos han reparado solo el frente de sus casas, y eso se lo debemos a los CDR, que se han encargado de dividirnos. Yo hice mi casa, y tenía para ayudar a alguien más, pero no podía decirle a nadie porque entonces empezaba la averiguación de dónde saqué los materiales, y eso me perjudicaba”, contó Ivón.
Cualquiera que ve las noticias sobre la inversión que están haciendo en la capital pudiera creer que habrá para noviembre una Habana remozada, pero si todo sigue como va La Habana va a celebrar sus 500 años entre aceras rotas, alcantarillas abiertas, balcones caídos, crisis económica, el miedo de su gente y el desinterés y la mala gestión gubernamental.