SANTA CLARA, Cuba.- En Cuba, la inefectividad de los mecanismos creados para lograr la incorporación social de los jóvenes es un hecho tan palpable que ni el flamante presidente de la República es capaz de negarlo.
Ustedes, dijo Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la última asamblea previa al noveno congreso de la Federación Estudiantil Universiaria, “han cumplido con creces las misiones encomendadas…pero puede ser mayor su contribución…”
Y eso lo dijo, tal y como acotó después, con certeza plena de que en los hombros de la nueva generación pesarán las decisiones del país dentro poquísimos años.
Cuando Irma Luisa Vargas era dirigente de la FEU de una Sede Universitaria en San Miguel del Padrón, explicó una vez a la prensa oficial que los datos de los desvinculados no eran reales porque solo se daba el parte de los casos críticos. “Si un muchacho no se mete en problemas, no lo cuentan”.
Este no es un asunto que haya tenido solución según la opinión de la psicopedagoga Anabel García. Ella explica también que no se avanza más porque “se pasan la mayor parte del tiempo haciendo levantamientos cuantitativos. Hay que pensar ¿en qué estamos fallando? Salta a la vista que algún error se está cometiendo.”
Como evidente corolario de las cifras infladas y mentiras “blancas” del gobierno cubano, la universalización de la enseñanza apareció para dar el nombre de “estudiantes universitarios” a los muchachos sin interés real en ejercer luego la carrera. Valga aclarar que la carrera fue la que pudieron “agarrar”, pues hubo mucho que pescar en el mar de segundas oportunidades.
Para nadie es secreto que desde hace unos años quiénes matriculaban en las diferentes sedes universitarias tanto como en los “Cursos de Superación” dejaban automáticamente de ser considerados lacras de la sociedad. Ya no podía hablarse de ellos como desvinculados.
“Sigo en el curso porque es la única forma de que me saquen el pie. El trabajador social me salía hasta en la sopa para que yo aunque sea terminara mi doce grado.”
Yamila Nodal, tiene otras aspiraciones, quizás las propias de una muchacha de 19 años. La diferencia entre ella y sus compañeras de aula es que no teme a decirlo frente a una grabadora.
“La gente tiene miedo de decir las cosas como son. En mi caso, al llegar a doce grado no quise hacer las pruebas de ingreso. Fue un problema porque vinieron hasta de los CDR a decirme que estaba cometiendo un error. Luego, dijeron que podía optar por continuar aquí en la facultad. Son tres horas diarias nada más. No quiero ninguna carrera, ni trabajar en nada. Mi papá me tiene puesta una reclamación, ¿para qué perder el tiempo comiéndome los libros?”
Territorios como la provincia de Granma, de acuerdo a lo publicado por la prensa oficial, se enorgullecían de haber logrado el pleno empleo de los jóvenes, con una tasa de desocupación ínfima de un dos por ciento. Supuestamente el número de desvinculados del estudio y del trabajo rondaba las 2 000 personas.
Una investigación reciente y más a fondo de los trabajadores sociales de la oriental provincia ha destapado otras cifras más cercanas a la realidad: actualmente hay más de 37 000 ciudadanos desvinculados.
Las amas de casa no son consideradas como desvinculadas por el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social. Y llama la atención que entre los hombres la cifra llega a 13 000. ¿Serían amos de casa todos?
Eso es solo contando a los de Granma, porque en otras provincias las autoridades competentes no son tan dadas a hablar del tema.
“No hablar de un tema jamás significará que no exista”, explica la psicopedagoga entrevistada por CubaNet.
Por su parte, la especialista en estudios sobre juventud, María Josefa Luis, considera que los avances alcanzados con respecto a la inserción laboral no están respaldados por cambios significativos a nivel organizacional. Según la investigadora, debe mejorar la calidad de la oferta laboral al tiempo que disminuya la actual formalización del adiestramiento.
Ahora mismo todos los jóvenes desvinculados podrían comenzar a trabajar en labores agrícolas. Su empuje, sin dudas, elevaría índices de productividad a todos los niveles pero, ¿qué pensar de un país cuya mejor oferta es la desgastante labor del campo? ¿Quiénes son los verdaderos deshechos de la sociedad cubana actual?