LA HABANA, Cuba. — El 15 de marzo del año 455 d.C. fue asesinada la eminente filósofa Hipatia de Alejandría por fanáticos cristianos, supuestamente alentados por el patriarca Cirilo, quien veía en la respetada mujer una peligrosa amenaza debido a su influencia sobre la oligarquía urbana, su rechazo a los abusos cometidos por el poder religioso y su fidelidad inquebrantable a los principios éticos y filosóficos en que había sido educada.
Su padre, Teón de Alejandría, le enseñó matemáticas y astronomía, inculcándole además el respeto por el cuidado del cuerpo, la pasión por la búsqueda de lo desconocido y el dominio de la oratoria. La talentosa Hipatia, no obstante, superó los horizontes paternos para adentrarse en el estudio de diversas filosofías y en la historia de las religiones que entonces se conocían.
Fundó la Escuela Neoplatónica de Alejandría, donde cultivó con devoción el magisterio. Impartió clases de filosofía —fundamentalmente Platón y Aristóteles —, matemática y astronomía a estudiantes de distintos credos religiosos, varios de los cuales se convirtieron en importantes políticos y aristócratas.
Escribió profusamente sobre geometría, álgebra y astronomía; perfeccionó el diseño de los astrolabios e inventó un densímetro, por lo cual está considerada como una de las pioneras en la historia de las mujeres en la ciencia.
Noble, justa y sabia, la fama de Hipatia se consolidó en un período marcado por fuertes tensiones entre el culto cristiano y el resto de las religiones, pero también por las luchas políticas entre el patriarcado alejandrino y el dominio de la Roma imperial.
Mientras las disputas por el poder se desarrollaban, ella vivió dedicada a cultivar el pensamiento y la enseñanza, negándose a aceptar doctrinas sin cuestionarlas e intentando preservar los incunables que habían sobrevivido al incendio de la biblioteca de Alejandría. Durante toda su vida mantuvo la premisa que le había legado su padre: “Reserva tu derecho a pensar, porque incluso pensar equivocadamente es mejor que no pensar en absoluto”.
La crueldad de su muerte también contribuyó a su inmensa fama. Pasó a la historia como una de las grandes mujeres de la antigüedad clásica; pero también como mártir del cristianismo, aunque algunos historiadores sostienen que detrás de su muerte hubo motivos políticos, además de religiosos. Solía decirse que Hipatia ejercía una gran influencia sobre el prefecto Orestes, representante de la Roma Imperial, quien además había sido su alumno.
Cierto o no, el rumor exacerbó el odio de los fanáticos. Aquel infausto día de marzo, un grupo de monjes parabolanos —guardia personal del patriarca Cirilo — interceptó la carroza en que viajaba la erudita. La sacaron del interior a golpes, la desnudaron y apedrearon públicamente, hasta que su cuerpo terminó descuartizado.
El horrendo crimen causó un gran revuelo en las esferas del poder, pero al no haberse podido comprobar que Cirilo diera la orden, o insinuara siquiera que Hipatia debía ser asesinada, la única represalia tomada fue disolver a la Guardia Parabolana.
En el año 2009 vio la luz el filme Ágora, dirigido por Alejandro Amenábar, que recupera la historia de Hipatia de Alejandría con una inolvidable actuación de la multipremiada actriz británica, Rachel Weisz.