MADRID, España.- El 11 de enero de 1816 nació en el Castillo de los Tres Reyes del Morro, La Habana, Francisco de Albear, quien sería el responsable de uno de los más relevantes logros de la ingeniería civil cubana.
Muy joven viajó a España para hacer estudios militares. Durante su estancia allí participó en la primera guerra Carlista, donde fue nombrado Capitán de Ejército. Participó además en la ocupación de Berga, al norte de Cataluña, acción que puso fin a la guerra.
Al regresar a Cuba lo hacen responsable de la Real Junta de Fomento de Agricultura y Comercio de la Isla.
El 26 de junio de 1861 comenzó las obras del Acueducto de Vento, para reconducir el agua de los manantiales de Vento, que venía desde el Almendares, por el ya entonces poco funcional acueducto de Fernando VII.
Durante su carrera profesional participó en la realización de unas 200 obras, incluidos proyectos de carreteras, puentes, muelles y edificios.
Dejó valiosas publicaciones como Memorial de Ingenieros (1848), Nota sobre el abasto de agua de la Habana, con motivo de la introducción de la de Vento en el acueducto de Fernándo VII (1878) y Saneamiento de la Habana, Memorial de Ingenieros (1880).
Fue miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, de la Sociedad Científica de Bruselas, de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana, del Círculo de Hacendados de la Isla de Cuba y de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
Francisco de Albear murió en La Habana el 23 de octubre de 1887.
Acueducto de Albear, construido en el siglo XIX, aún abastece gran parte de la ciudad de La Habana
El mencionado acueducto de Fernando VII, construido entre 1831 y 1835, había sido antes la Zanja Real de La Habana, primer proyecto de abastecimiento de agua realizado durante la colonia española.
A mediados del siglo XIX el servicio de agua en la ciudad de La Habana era muy deficiente, por lo que se le encargó a Francisco de Albear la construcción de un nuevo acueducto.
En 1858 se aprobó el proyecto de Albear y en 1861 comenzaron las obras, que no concluyeron hasta 1893.
Aunque inicialmente se denominó Acueducto de Vento, es conocido popularmente como Acueducto Albear.
Considerado una de las siete maravillas de la ingeniería cubana, recibió Medalla de Oro en la Exposición Universal de París en 1878.
Entre los elementos que han hecho trascender al acueducto sobresalen la armonía estética entre la construcción y el entorno, así como tener en cuenta el cuidado de la sostenibilidad ambiental.
Actualmente sigue abasteciendo a una gran parte de la ciudad de La Habana.
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