Cerca del mediodía, cuando Cubanet habló con él por teléfono, continuaba indignado. Está convencido de que los malhechores fueron militantes del algún núcleo cercano del partido comunista enviados por la Seguridad del Estado. Es la tercera vez que ocurre en poco tiempo. La primera, utilizaron fango y excrementos de cerdo para embarrar el portal. La segunda, el día 18 del pasado mes de noviembre, tinta roja de imprenta para conformar los rótulos “Viva Fidel”.
En Cuba, pensar diferente a la política del partido único es prácticamente un delito. Manifestarlo públicamente, como hace Librado Linares, tiene como resultado que ni siquiera lo dejen dormir.
Dice Linares que, según sus cálculos, entre militantes de la juventud comunista y del partido único, debe haber unas 700 mil personas, una cifra sobredimensionada para una población de alrededor de once millones.
Al ex prisionero de conciencia del Grupo de los 75 le consta que, en la isla, el carné del partido comunista es una patente de corso. En el cercano municipio de Remedios, dice, están vendiendo el carné rojo en el mercado subterráneo. La corrupción ha llegado a esos niveles. Con este aval, recuerda Linares, es más fácil conseguir trabajo en los hoteles de la zona.
Librado Linares es natural de Camajuaní, al norte de Santa Clara. Allí continúa viviendo, luego de la licencia extrapenal que concedió el gobierno a los de su grupo con la intención de que abandonaran el país. Pero él fue de los pocos que no se acogió al destierro.
Es el secretario general del Movimiento Cubano Reflexión, ahora integrado a la Unión Patriótica de Cuba (UNPCU).
Su casa tiene el número 26 de la calle Hermanos Cárdenas, entre Demetrio Brito y Valeriano López, en Camajuaní.