MIAMI, Estados Unidos. — La historia de la danza en Cuba es rica y diversa, con influencias africanas, españolas y francesas que se mezclaron para crear un estilo único y vibrante.
Los esclavos africanos traídos a Cuba en el siglo XVI trajeron consigo sus tradiciones y ritmos de danza, que se fusionaron con la música y la cultura española para crear una nueva forma de expresión.
En la época colonial, la danza era principalmente una actividad de la aristocracia, pero eventualmente se extendió a la clase trabajadora.
A finales del siglo XIX, la danza cubana se vio influenciada por los movimientos de danza europeos, como el ballet clásico. En la década de 1930, se popularizaron nuevos estilos de baile, como el son y el mambo, que se extendieron en toda la isla y en el extranjero.
En Cuba, las primeras compañías de ballet surgieron a principios del siglo XX, como el Ballet Alicia Alonso, fundado en 1948, que se convertiría en una de las compañías más importantes de América Latina.
En lo popular, cabe señalar la influencia de la salsa, que tiene sus raíces en la música y el baile de los inmigrantes africanos y latinos que llegaron a la Isla. La salsa cubana es muy rítmica, por lo que es una de las formas de danza más populares en todo el mundo.
En la actualidad, la danza sigue siendo una parte integral de la cultura cubana, con una amplia variedad de estilos y formas de expresión. Desde el ballet clásico hasta el son y la salsa, sigue siendo una forma importante de expresión artística y cultural en el país caribeño que, además, se enriquece con fenómenos contemporáneos de la música, como lo fue en su momento el jazz, y, más recientemente, el reguetón.