LA HABANA, Cuba.- El huracán Irma, que afectó a Cuba el pasado fin de semana, arrasó con las gasolineras del Malecón habanero, por lo que hay largas colas de vehículos, sobre todo estatales, rodeando los establecimientos de combustible en los municipios de Playa y Miramar, según pudo constatar este diario.
Los choferes esperan sentados en sus carros y mientras otros se acercan con galones en mano porque el combustible no les dio para “arrancar en la mañana” o porque se quedaron “a mitad de camino”.
Las peores colas fueron las de 23 y Paseo, Malecón, donde “nunca faltaba gasolina”, comenta un botero que dice no sentirse “afectado” porque tenía su “reservita”, pero que sabe porque “esa es su zona de hacer carreras directas”.
“El combustible se está vendiendo en los Cupets que se puede”, dice una dependienta de 18 y 31, en Playa. “Estamos vendiendo las 24 horas, hasta que se agote y venga la pipa de nuevo”, comenta la misma dependienta, que aunque no está vinculada a la venta del combustible ha sido testigo de las largas colas que se han formado en estos días. “El lunes la cola apenas llegaba a la esquina de 30 y 31”, y señala por el cristal del mercadito, “asómate para que veas hoy por dónde es”, y la hilera de carros se pierde por calle 20 hacia arriba.
En 5ta avenida y 112 la cola es tan larga que casi obstruye el tráfico que da salida a la rotonda por 112. En el establecimiento situado encima de la salida del túnel de 31 la cola parece más discreta pero, según testimonios de choferes, tampoco se ha parado de vender.
“Todo está bien”, declara Juan, chofer de una empresa estatal que está a punto de llenar el tanque en 18 y 31. “La suerte es que hay; si no, ahí sí estuviéramos jodidos”, añade, y cuenta que “hace un rato por poco se arma pero uno ahí dejó caer que llamaría a un inspector y la cosa se acomodó de nuevo, y hasta empezó a caminar la cola.”
A lo que agrega: “Esto se presta para cualquier cosa (…) Nos hemos metido la mañana entera en esto”.
La distribución del combustible es un tema sensible entre el gobierno y los choferes. Irma ha venido a combinar la zozobra de la escasez con la de la distribución de gasolina en la ciudad.
“Para mucha gente tener un carro es un lujo, pero para mí es una necesidad”, dice Nicolás, uno de los pocos con chapa particular en 31 y 18. “Desde que empezó la crisis yo me tomo el trabajo de ir de madrugada al Cupet de Los Elevados”, refiriéndose a una gasolinera ubicada al final de la Avenida del Puerto, “pero con esta situación no me aventuro porque, ¿te imaginas que haya pasado Irma por allá? Pierdo el viaje y lo que me queda de gasolina”, lo que refleja la incertidumbre de algunos.