MIAMI, Estados Unidos. — El 6 de noviembre de 1992 la escritora y poetisa cubana Dulce María Loynaz Muñoz fue galardonada con el Premio Cervantes de Literatura, única mujer cubana en recibir el importante reconocimiento.
Nacida en La Habana el 10 de diciembre de 1902, Dulce María Loynaz fue hija del destacado militar y diplomático cubano Enrique Loynaz del Castillo, quien enfrentó a la metrópoli española durante la llamada Guerra Necesaria.
Dulce María comenzó a escribir poesía desde muy joven y con apenas 16 años, en 1919, comenzó a publicar sus primeros poemas en varios periódicos de La Habana.
En 1927 se doctoró en Derecho Civil por la Universidad de La Habana, ejerciendo la profesión hasta 1961.
En la década de los años 30 del pasado siglo su casa comienza a convertirse en centro de la vida cultural de la ciudad. Pasaron por allí intelectuales y artistas de la talla de Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral y Alejo Carpentier.
Referencias bibliográficas señalan que en 1937 Dulce María Loynaz publicó el poema “Canto a la mujer estéril”, que apareció en la Revista Bimestre Cubana. Al año siguiente vio la luz su poemario Versos, que había comenzado a escribir en 1920.
Posteriormente, Dulce María Loynaz viajó por Sudamérica y Europa, participando en congresos y colaborando como corresponsal con algunos diarios cubanos, entre ellos El País y Excelsior.
El Instituto Cervantes destaca que, para esa época, su obra comenzó a publicarse en España. En 1947 ve la luz Juegos de agua, obra a la que siguen Poemas sin nombre (1953), Últimos días de una casa y Un verano en Tenerife (ambas en 1958). Paralelamente, escribe las series de artículos Crónicas de ayer y Entre dos primaveras.
En 1951, Dulce María Loynaz es elegida miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba. Ese mismo año es nombrada Hija Adoptiva por el Ayuntamiento de Puerto de la Cruz (Canarias).
La destacada escritora ingresó en la Academia Cubana de la Lengua en 1959 y, nueve años más tarde, en la Real Academia de Española.
Además de Dulce María Loynaz, solo dos cubanos recibieron tamaño galardón: Alejo Carpentier, en 1977, y Guillermo Cabrera Infante, en 1997.
Dulce María Loynaz, cuya obra ha sido traducida al francés, italiano, inglés, serbio y el noruego, no solo recibió el Premio Miguel de Cervantes en 1992, sino que al año siguiente le fueron concedidos la Orden Isabel La Católica y el Premio Federico García Lorca.
La última aparición pública de Dulce María Loynaz se produjo en abril de 1997, cuando la Embajada de España en Cuba le rindió homenaje en su casa. Falleció poco después, el 27 de abril de 1997.
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