MIAMI, Estados Unidos.- Decenas de turistas británicos atrapados en un “repugnante y horrible” hotel cubano ruegan a la empresa de viajes Thomas Cook que les permita irse a casa, dijo a Daily Mail un turista desconsolado.
Charles Powell, de 74 años, afirmó que está “desesperado” después de pasar casi una semana en el hotel Sol Río de Luna y Mares, en la oriental provincia de Holguín.
Su esposa, Johanna, de 73 años, ha contraído neumonía en gran parte debido a la humedad y el moho en la habitación de la pareja, agregó.
Cuando Powell, quien vive en Newmarket, Suffolk, se quejó ante Thomas Cook, afirma que simplemente lo mandaron de una oficina a otra entre los empleados de la firma de viajes en Reino Unido y la oficina local en Cuba.
“Sentimos que estamos en la cárcel”, dijo a Daily Mail. “He hablado con unos 30 turistas británicos aquí —de quizás 100 que hay en el hotel—, y todos se quejan de las mismas cosas. Estamos desesperados”.
“Nuestra habitación no tenía agua caliente, la electricidad estaba rota, tenía fugas, tenía humedad y moho, y mi esposa ahora tiene una enfermedad grave”, agregó.
“También hay mucha intoxicación alimentaria”, describe. “Un gran número de personas están enfermas, destrozadas, desgastadas y decepcionadas. Tenemos que salir de este infierno. Es repugnante y horrible”, concluyó Powell.
El hotel en cuestión pertenece al grupo hotelero Meliá, una de las empresas españolas con más presencia en Cuba.
Por esta misma época el año pasado, el techo del lobby en el mismo hotel se derrumbó sobre una pareja británica, atrapándolos debajo de los escombros tanto a ellos como a varios miembros de su familia, que celebrarían la boda de ambos.
Sarah y John Wenham habían ahorrado durante años para “la boda de sus sueños” en Cuba, con un costo de más de 25 000 libras esterlinas para ellos y para 24 invitados.
“Estábamos a punto de reunirnos con el personal del hotel para hablar sobre nuestros planes de boda en el vestíbulo, cuando John señaló el techo cuando comenzó a moverse”, dijo Sarah, de 35 años.
“Un fuerte estruendo siguió, cuando el techo se derrumbó repentinamente y cayó sobre nosotros, atrapándonos debajo”, añadió. “Era tan pesado que no podía moverme (…), y estaba aterrorizada porque no podía alcanzar a mis hijas, a las que oía gritar desde algún lugar debajo de los escombros”.
“Vi que la sangre comenzó a brotar de mi cabeza y realmente pensé en ese momento que iba a morir”, agregó Sarah.