MIAMI, Estados Unidos. – Con la declaración del saber de los maestros roneros cubanos como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Cuba suma cinco bienes culturales en la prestigiosa lista.
En el caso de la Isla, y hasta 2022, la UNESCO ha incluido entre los bienes inmateriales que deben ser protegidos la Tumba Francesa (2008), la Rumba Cubana (2016), el Punto Cubano (2017), Las Parrandas (2018) y recientemente, a finales de noviembre, la Tradición de los maestros roneros cubanos.
CubaNet repasa la singularidad de cada uno de estos patrimonios cubanos.
La Tumba Francesa:
Fue la primera de las tradiciones culturales cubanas inscrita en la lista de la UNESCO.
La Tumba Francesa (literalmente, tambor francés) llegó a Cuba con los esclavos haitianos, que fueron trasladados a la parte oriental del país tras las revueltas que sacudieron Haití en 1790.
Esta danza encarna uno de los vínculos más antiguos y visibles con el patrimonio afrohaitiano de la provincia cubana de Oriente. Es el fruto de la fusión, en el siglo XVIII, de la música de Dahomey (África occidental) y de los bailes tradicionales franceses.
La popularidad de la Tumba Francesa alcanzó su apogeo al final del siglo XIX. Hoy día, solo se interpretan regularmente dos de los numerosos estilos de Tumba Francesa: el masón, una parodia jocosa de los bailes de salón franceses; y el yubá, un baile improvisado basado en ritmos frenéticos de tambor.
La Rumba Cubana:
En 2016 la UNESCO consideró que la rumba cubana era “una expresión de autoestima y resistencia” que contribuía a la formación de la identidad nacional.
Asimismo, calificó a la rumba como un símbolo de toda la sociedad de la Isla. “La rumba cubana es una expresión del patrimonio oral e inmaterial donde coinciden con armonía la tradición y contemporaneidad”, valoró.
La rumba, que surgió en las barriadas urbanas pobres de Cuba, está vinculada a la cultura africana, pero también posee algunos elementos característicos de la cultura antillana y el flamenco español.
“Por su naturaleza integradora y diversidad cultural, se convierte en una expresión de amplio alcance social”, ha destacado la UNESCO.
El Punto Cubano:
El punto, una expresión poética y musical de los guajiros cubanos, entró a la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2017.
El punto cubano consiste en “una tonada o melodía acompañada por la voz de una persona que canta composiciones poéticas en décimas, improvisadas o aprendidas”, señaló la organización.
Se trata de un “elemento esencial del patrimonio cultural inmaterial cubano, abierto a todos, que propicia el diálogo y expresa los sentimientos, conocimientos y valores de las comunidades que lo practican”, agregó.
Las técnicas y los conocimientos vinculados al punto guajiro se transmiten esencialmente por medio de la imitación, y también mediante un programa de enseñanza impartido en las Casas de Cultura de todo el país, que comprende la organización de talleres animados por los depositarios y practicantes de este género musical.
Las Parrandas:
En 2018 fue el turno de Las Parrandas, una festividad anual celebrada en la actualidad por 18 comunidades de la región central de Cuba.
“El engalanamiento de monumentos y la creación de réplicas, así como de carrozas, son una asombrosa demostración de la imaginación y creatividad que poseen los grupos de parranderos para reinterpretar y recrear sucesos e historias mediante imágenes, luces y colores”, ha señalado la UNESCO.
Durante la fiesta de Las Parrandas, celebrada por primera vez en el año 1820 en el municipio de Remedios, dos barrios de un mismo municipio se enfrentan en una competición cultural en la que exhiben carrozas, réplicas de monumentos, canciones y coreografías; además de estandartes y emblemas con los colores de cada barrio competidor.
Ambos competidores cuentan con “espías” que tratan de desvelar las sorpresas preparadas en secreto por sus rivales para esa noche, que normalmente tiene lugar en los últimos meses del año.
“Los conocimientos tradicionales vinculados a este elemento del patrimonio cultural se combinan constantemente con técnicas modernas, por eso Las Parrandas son siempre un evento tradicional y contemporáneo a la vez”, concluyó la UNESCO.
El saber de los maestros roneros en Cuba:
Se trata de un proceso de práctica social que se produce de manera cotidiana en los espacios fabriles u otros donde interactúan los maestros, quienes asumen la función social de perpetuar saberes que no están escritos ni constituyen recetas.
Durante más de 155 años, ocho generaciones de maestros acumularon conocimientos sobre la preparación del ron ligero en Cuba, para pasarlo de manera oral y en la práctica cotidiana a sus aprendices, recuerda la AFP.
El ron ligero cubano se obtiene de la miel de caña o melaza y es añejado en barricas de madera antes de su consumo. La generación que guarda este conocimiento está integrada actualmente por tres primeros maestros, siete maestros y cuatro aspirantes.
Este selecto grupo es depositario, guardián y transmisor del conocimiento originado con el boom agroindustrial del azúcar en el siglo XIX.
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