LA HABANA, Cuba. – “¿A quién representa la UJC?”, se pregunta en redes sociales la coordinadora de la organización independiente, Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana, Kirenia Yalit Núñez Pérez.
Para muchos la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) no es más que un mecanismo de control que busca adoctrinar y alinear a la juventud cubano a las directrices del régimen cubano.
Cabría decir también que es una organización venida a menos que es, a la vez, trampolín y centro de captación.
“La UJC es una organización que no solo sirve como preparación a los futuros miembros del partido totalitario comunista, sino que discrimina a quienes no forman parte de su doctrina ideológica”, dijo Núñez Pérez a CubaNet.
Para la activista, la UJC representa, única y exclusivamente, “a un grupo elitista de jóvenes”, y lo hace de la peor manera, “mostrando una imagen que no es la del resto de la juventud”.
Todos estos elementos fueron recogidos en el último Informe sobre la situación de Derechos Humanos de las y los jóvenes en Cuba que lanzó la Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana después de haber establecido relaciones con más de cien jóvenes de todo el país durante el 2019.
El objetivo del Informe es “caracterizar la forma en que el Estado cubano viene negando las condiciones para que las expresiones organizativas de jóvenes de la sociedad civil independiente puedan ejercer su derecho a la libre asociación”. También abunda en la necesidad de reconocimiento de la diversidad en la experiencia de ser joven para entender la situación de los derechos humanos en Cuba.
Señala el informe que la UJC responde “al carácter autoritario del régimen cubano, dirigido por un único partido durante más de sesenta años y que ha repercutido negativamente sobre las posibilidades de participación política de las y los jóvenes”.
La coordinadora sostiene que “eso se puede ver concretamente en la violación de derecho de asociación y el reconocimiento de la organización oficialista como única en el artículo 6 de la actual Constitución”.
Núñez Pérez cree que la mención en la Constitución de la organización repercute en “en el intento de legitimación ante el mundo de las acciones represivas de la que hemos sido objeto muchos miembros de la Mesa, como la violación al derecho a la libre circulación, la confiscación de bienes o la criminalización del activismo”.
La activista tampoco olvida mencionar a José Rolando Cásares, preso político y miembro del ejecutivo de la organización condenado a cinco años de privación de libertad.
“Como organización, la Mesa de Diálogo intenta asesorar a la mayor cantidad de jóvenes posible y que ellos se vuelvan replicadores de los derechos que nos asisten como seres humanos. Para nosotros, incentivar la práctica de valores democráticos, la participación activa y el liderazgo en la sociedad civil no es exclusivo a un grupo de jóvenes solamente”, explica Núñez Pérez, quien considera que nadie debiera quedar despojado de conocer sus derechos.
La coordinadora habla sobre otras problemáticas de la sociedad cubana como “los efectos sociales y políticos de la crisis económica de los 90 y la resistencia del Estado a permitir la diversidad de expresiones públicas juveniles en Cuba, sin darse cuenta que, como país, tenemos un problema mayor que nos atañe”.
Núñez Pérez dijo que ni el régimen ni los funcionarios de la UJC se han pronunciado sobre una estrategia para paliar la situación del envejecimiento progresivo de la población cubana, condicionada por la migración constante de los jóvenes y el poco incentivo para crear familias”.
Por otro lado, la activista se pregunta: “¿representará este nuevo dirigente a los 500 mil jóvenes que dicen tener si solo fue votado, de modo virtual porque el congreso no se realizó, por 700 delegados? ¿Es que acaso ellos no saben que ese nombre ni siquiera hubiese sido mencionado si el partido no lo hubiese señalado como el ideal?”
La UJC también pone dificultades a todos aquellos que, por una u otra razón, abandonan la organización.
“También están las historias sobre quienes han intentado salirse o de quienes tienen miedo de abandonar la UJC por temor a represalias.”
“Todo forma parte de una política que han seguido durante años el Partido Comunista y que incluye el empleo de métodos como el análisis público, las humillaciones y el descrédito”, comenta.
Para Kirenia Yalit Núñez Pérez “da lo mismo Susely Morfa que Diosvany Acosta (…) La UJC seguirá siendo una organización totalitaria, otro brazo represivo, la plataforma ideológica para anular los derechos de quienes no queremos formar parte de ella, pero también una organización envejecida, con una mirada que no se actualiza porque su mayor preocupación es apuntalar el poder a una dictadura”.
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