LA HABANA, Cuba. – Ya comenzó la persecución por la Carta Abierta de la Cofradía de la Negritud enviada al Consejo de Estado. Norberto Mesa Carbonell, miembro fundador, recibió una llamada amenazante de la oficial de la Seguridad del Estado que se hace llamar Karla, “tenemos que hablar inmediatamente”.
Cuando el activista respondió que no sería posible y le colgó, la oficial comenzó a acosarlo y envió un mensaje diciéndole: “Soy Karla, estoy afuera, si no sale vendré a recogerlo con una patrulla”. Mesa Carbonell supuso que estarían frente a su casa y como estaba aún en camino, llamó a su esposa y le dijo que no iría a dormir.
“Decidí no dejarme detener porque estaba haciendo gestiones para resolver el dinero para pagar la abogada que asistirá a mi hija en su presentación ante la corte de inmigración el próximo día 4”, Belkis Cecilia Mesa Lamothe está ahora en el South Louisiana Correctional Center, “ella aquí estaba al borde del desacato cada vez que me detenían”.
Norberto ahora siente que le toca priorizar la necesidad de padre por encima de la posibilidad de su encarcelamiento por haber escrito y firmado una carta abierta.
“Sabíamos de la alta probabilidad de que fuera llevado a conocer Villa Marista, pero había cuestiones que decir y se dijeron”, asegura y describe a sus acosadores, “los dos son afrocubanos, ya me han detenido antes, andan en un Lada con chapa particular y vestidos de civil”. Dice que la vez anterior no llevaban “papel ninguno”, que solo le dijeron: “Norberto, suba que tiene que acompañarnos”.
En otras ocasiones, en que no ha ido a los interrogatorios porque no ha mediado citación alguna, los “oficiales” le han asegurado que “están facultados para citar verbalmente”, porque están por encima de la ley.
La Carta Abierta de la Cofradía tiene tres exigencias directas, dos de reconocimiento y atención y el pedido de que “realice un encuentro con las diversas plataformas de la sociedad civil interesadas”, además del análisis histórico del racismo en Cuba que ha propiciado más de 60 años de totalitarismo.
¿Cuán peligrosa puede ser una carta abierta, que para algunos puede ser hasta complaciente con el régimen, para que la Seguridad del Estado invierta recursos en amedrentar a un solo hombre? ¿Hasta cuándo la técnica de este Estado que presume de constitución nueva va a ser la de coaccionar, interrogar y reprimir a sus ciudadanos?
Son preguntas que Mesa Carbonell y otros activistas pacíficos ha intentado responderse, pero la única respuesta posible es que las dictaduras solo perdonan a sus seguidores, que en las dictaduras no hay entendimiento ni concilio ni audiciones democráticas con los ciudadanos.
“No imagino cuán intensa pueda ser la reprimenda esta vez”, lo dice un hombre que ha decidido defender sus ideales pese a la edad, “estoy listo y que sea lo que Dios quiera”, y se reafirma en su religiosidad recordando el capítulo 5, versículo 10 de la Biblia: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia”.
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