MIAMI, Estados Unidos. ─ La prensa oficialista cubana arremetió el pasado jueves contra el mecanismo COVAX, un programa de colaboración que busca ofrecer acceso equitativo mundial a las vacunas contra la COVID-19.
Un texto aparecido en el portal digital Cubadebate, publicado originalmente por el blog Rebelión, asegura que este mecanismo de distribución internacional no es más que “una forma de facilitar los negocios de las grandes farmacéuticas y proteger sus patentes”, impidiendo “que los países del Sur global puedan disponer de suficientes vacunas”.
El artículo, firmado por Silvia Ribeiro, realiza fuertes críticas a COVAX basadas en un reporte del exfuncionario de Naciones Unidas Harris Gleckman que fuera publicado por el sitio Amigos de la Tierra Internacional.
“COVAX funciona como un banco comercial, para hacer compras conjuntas a gran escala a las transnacionales, lo que a estas les otorga aún mayor seguridad a sus inversiones, aunque ya han recibido cuantiosa financiación pública para desarrollarlas. No cuestiona sus precios ni condiciones leoninas. Al contrario, facilita a las empresas la entrada a nuevos mercados en países pobres, sin costo ni riesgo para ellas”, precisa Ribeiro.
En función del informe de Gleckman, la autora cuestiona la legitimidad de COVAX para garantizar la distribución de la vacunas, ya que se trata de “una institución de ´partes interesadas´(stakeholders), sin transparencia ni rendición de cuentas, donde los grandes actores privados como la gran farmacéutica, que actúa por interés de lucro, deciden tanto o más que gobiernos e instancias públicas de la comunidad internacional”.
Asimismo, Ribeiro señala que las supuestas entregas “gratuitas” hechas por el mecanismo COVAX a países del tercer mundo “ya han sido pagadas por otros o por instituciones públicas multilaterales”. El objetivo, añade la autora, es “entrar con vacunas patentadas”, lo cual “favorece los mecanismos de mercado en la atención de salud pública”.
“COVAX funciona también como una forma de privilegiar las vacunas transgénicas, patentadas y altamente experimentales, llenas de incertidumbres y riesgos, como las vectorizadas por virus, que insertan ADN (entre ellas AstraZeneca, Johnson & Johnson, Sputnik, CanSino) y las de ARN (como Pfizer y Moderna)”, continúa el texto.
Ribeiro concluyó denunciando la irresponsabilidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al permitir que mecanismos como COVAX “promueven esas vacunas más caras y riesgosas, obviando que las empresas seguirán provocando escasez y que existen opciones con métodos convencionales probados, como virus atenuados, inactivados o de subunidades proteicas (este último es el caso de las vacunas cubanas), que además son las que mejor se podrían producir a nivel nacional”.
Según cifras del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el mecanismo COVAX ha suministrado alrededor de 65 millones de dosis de vacunas a nivel mundial.
Cuba es uno de los pocos países de América Latina que declinó formar parte del programa de distribución mundial de vacunas, apostando todo a cinco candidatos vacunales, dos de ellos en Fase III de evaluación clínica.
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