LA HABANA, Cuba. – Solo cuatro mujeres de las cuarenta firmantes de la Solicitud de Ley Integral contra la Violencia de Género en Cuba se reunieron con la Asamblea Nacional del Poder Popular, según dio a conocer la plataforma de Facebook “YoSíTeCreo en Cuba”.
Así, solo un 1% de las firmantes tuvo el derecho de reclamar sobre la ausencia de un proyecto de ley en el cronograma legislativo de los próximos cuatro años. Entre los decretos y leyes a aprobar por el Consejo de Estado entre el 2019 y el 2022 no hay ninguno que se relacione con la salvaguarda de la ciudadanía. Ello, pese a que la solicitud de un proyecto de Ley contra la violencia de género es una necesidad que se sustenta en la realidad de un fenómeno social con más visibilidad cada día.
En diciembre, mientras el Consejo de Estado decidía que la violencia contra las mujeres y las niñas no eran prioridad en su agenda, varias mujeres denunciaron a la prensa independiente “tener miedo de lo que pudiera pasar”.
¿Cuántas lo habrán hecho a la fiscalía? ¿Cuántas habrán ido a una estación de policías a hacer una denuncia de violencia?
Ninguna de ellas quiso dar su nombre, pero todas permitieron que contaran su historia.
Day, residente en Centro Habana, cuenta: “nunca un tipo me había alzado la mano, por eso no, no y no”.
La primera vez me lo hizo delante de mi hijo, me amagó un piñazo y no reaccionamos porque nadie se lo esperaba”, hasta el momento, la nueva relación de Day solo era “un poco machista”.
“Se molestaba por cualquier cosa, si los constructores de la esquina me ayudaban, si me ponía un short corto”, y el amago fue “porque quería que le alcanzara las chancletas al baño”.
“El 31 estábamos compartiendo con sus hermanas -cuenta Day- y por una bobería me tiró un par de piñazos que si me coge me mata. Salí corriendo. Me amargó la noche, pero le recogí sus cosas para que se fuera”, dice la centrohabanera, que no da su nombre porque “el tipo no se acaba de ir para Oriente”.
“Anda rondando a ver si cambio de idea. A cada rato lo veo en la esquina y eso me aterra”, agrega la mujer.
Yaidelín vive en Güira, provincia Artemisa, y cuenta que el 24 de diciembre estaban un grupo de amigas planchándose el pelo y pintándose las uñas para las habituales celebraciones.
“Ya había oscurecido y en eso viene el novio de una de nosotras. Notamos que no le gustó mucho la fiesta que teníamos armada y nada más que la miró. Ella salió y en la esquina sentimos el primer golpe”, dice Yaidelín.
La escena siguió dentro de la casa. Se escuchaba el llanto y objetos rompiéndose.
“Todas tuvimos miedo de entrar, aunque al día siguiente fui y la convencí de que teníamos que denunciarlo”. La policía dijo que “no podían hacer nada porque no tenía marcas y eso podía ser mentira”.
“Hasta yo cogí miedo”, dijo Yaidelín. Ella asegura que su amiga sacó al hombre de la casa, pero desde el 25 vive encerrada porque “tiene vergüenza y, sobre todo, miedo a que le den más golpes”, dos síntomas frecuentes en las mujeres que han padecido violencia.
Todas en apariencia han logrado “resolver su problema” pero los hechos dicen que los feminicidios en Cuba denunciados por la prensa independiente han ocurrido pese a que las mujeres han logrado romper con el golpeador.
Los otros casos de denuncia ocurrieron en las redes sociales. La feminista Martha María Ramírez, víctima ella misma de violencia –de otros tipos de violencia en las que los hombres tienen el poder de decir “No te firmaré ningún papel hasta que Nina cumpla al menos tres años y dependerá de cómo te portes”.
La cibernauta Alejandra Aguirre Ordóñez cuenta sobre la violación sistemática a una adolescente y la paranoia que ha provocado en sus amigas con nietas adolescentes también.
También está el caso de Yanet, que recibió “tremendo gaznatón” de su marido, como es costumbre cada vez que a este no le gusta algo.
“¿Qué voy a hacer si no tengo a dónde ir?, se cuestiona la mujer.
Por otro lado, están los nombres que nunca entrarán en las estadísticas gubernamentales, pero que forman parte de la institucionalización de la violencia contra las periodistas y activistas cubanas Camila Acosta, Iliana Hernández, Anay Remón, Amarilis Cortinas, Sol García, Luz Escobar, Inalkys Rodríguez, Nancy Alfaya, Kirenia Yalit Núñez Pérez, Yanela Durán, Omara Ruiz Urquiola, Marthadela Tamayo, Claudia Genlui Hidalgo, Bertha Soler.
En diciembre hubo suficiente violencia contra las mujeres como para trazar un mapa y crear un programa legislativo para dar solución al tema.
De la reunión con los miembros de la Asamblea Nacional no se saben detalles. El 1% invitado no ha dicho mucho en las redes y se les ha intentado contactar sin mucho éxito. La declaración en la plataforma “YoSíTeCreo en Cuba” demuestra que no vale la pena reclamarle derechos a un estado que desoye las necesidades de un sector importante de su población. Y aun cuando “las firmantes” aseguren en la plataforma que continúan esperando “una respuesta escrita a la Solicitud, en el plazo de sesenta días hábiles”, en el Código Penal cubano seguirá sin haber una ley que condene en asesinato de mujeres sin que señale el odio sobre ellas como una agravante o sin que la condena sobre los hombres, bajo el concepto “pasional”, sea suavizada y se haga romántico el crimen.
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