LA HABANA, Cuba.- Según medios de prensa, el sector hidráulico cuenta con un presupuesto de 450 millones de pesos: uno de los más grandes del país y la mayor cifra otorgada al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) desde su creación, obtenidos no sólo del ahorro nacional, también del otorgamiento de créditos blandos a mediano y largo plazo y donaciones de países del Medio Oriente, Asia, África y Europa.
Directivos del INRH han reiterado en varias ocasiones que existe la voluntad política de la dirección de la Revolución de resolver los graves problemas de la vieja infraestructura hidráulica, y que para ello se ejecuta un amplio programa inversionista. Además, los recursos financieros dedicados a esto se han incrementado de manera sostenida. Puede que estos recursos contribuyan a llevar a muchos hogares cubanos este líquido imprescindible para la vida y ayuden a resolver el problema de los salideros –según dirigentes del sector, con ese propósito fue aprobado un programa emergente–, pero… ¿de qué sirven todas estas medidas si las reparaciones que se efectúan carecen de la calidad requerida y las autoridades que tienen que fiscalizar, responder y exigir por estos trabajos permanecen indolentes? Se rompen las calles y las aceras y ahí se quedan los huecos, que han provocado más de un accidente a peatones y ciclistas, como le sucedió a Liván, un joven que al caer la tarde lleva el “paquete” a sus clientes. Me comentó que hace unos días la lluvia lo retrasó, y al transitar por las calles oscuras, por 13 y San Francisco cayó en uno de los tantos huecos que hay. Insiste en que se puso de suerte, pues sólo se rasguñó un brazo.
Después de un trabajo de Aguas de La Habana es frecuente ver restos de escombros e inmundicias. La mayoría de las veces son los vecinos quienes las recogen para evitar que sean arrastradas por las lluvias hacia los obstruidos tragantes y luego provoquen inundaciones en las casas. No son pocos los casos en que las personas afectadas acuden a las instancias correspondientes una y otra vez en busca de una solución, mas si logran ser atendidos sólo encuentran indolencia.
En otros casos la situación es aún más grave. Así sucede en 8va y Concepción, en Lawton, donde pusieron hace unos años tuberías nuevas, pero dejaron las viejas válvulas reguladoras. Como resultado, a partir de entonces es frecuente ver, cuando ponen el agua, cómo por los tragantes de la calle se disparan chorros que han invadido las casas, e incluso recientemente la presión ha reventado las calles y las aceras. Hace casi un mes abrieron un hueco para hacer una nueva reparación que nunca terminaron, como demuestra la plancha de hierro que le pusieron encima en lugar de cerrarlo correctamente.
Y algo más desagradable aún –y no menos peligroso– les sucede a los vecinos de San Mariano entre Diez de Octubre y Delicias: después de una reparación para cambiar tuberías de agua y registros, al hacer el cambio de registro en la acera de los números pares, rompieron la tubería de aguas albañales, y, sin repararla, cerraron la calle. Con los primeros aguaceros se reventaron las tuberías de desagüe de estas viejas casas y comenzaron a inundase de aguas albañales, que salen con gran presión por tazas sanitarias, tragantes, fregaderos, pisos y paredes.
Los vecinos acudieron a todas las instituciones municipales y se presentó el director de Aguas de La Habana con dos trabajadores, que comenzaron a revisar en los registros para buscar la causa del problema. Sin embargo, aparentemente no la han encontrado, porque cada vez las inundaciones son más agresivas.