
CIUDAD JUÁREZ, México. – Le hubiera gustado comprar jabón, desinfectante, mascarillas o agua, pero prefirió llamar a Cuba, donde tuvo que dejar hace casi un año a sus cuatro hijos. Era conversar por unos minutos o intentar protegerse. No tenía dinero para más.
“Hablé con mi mamá. Le dije que les diera a mis niños vitamina, pero no había vitamina C. Me dijo que estuviera tranquila, que ella había conseguido comprar jabón”.
Es Yamila Almira. Tiene 43 años y un nuevo obstáculo en su travesía hacia la “tierra de la libertad”. Se llama coronavirus. Y está rociado con la cotidianidad de la violencia extrema de una espera agónica en la última frontera hacia su objetivo.
Acaba de ver cómo fue asesinado un hombre que caminaba entre los comercios del centro de Ciudad Juárez. Aquí, en una de las zonas más peligrosas de esta ciudad mexicana fronteriza con El Paso (Estados Unidos), ella trabaja y sobrevive. Y sigue soñando.
“Me puse mal”, comenta.
Todos los meses intenta enviar a Cuba algo de lo poco que gana en una tienda: los trabajos que realizan los migrantes cubanos retornados a México por el MPP, mientras aguardan su proceso de asilo político en Estados Unidos, son los más precarios, con los sueldos más bajos que los habituales para esos puestos. Como para la mayoría de los isleños, es difícil afrontar cualquier emergencia que suponga un gasto extra.
Conforme pasan los días, las semanas y los meses de espera, Yamila va acumulando preocupaciones. La nueva de hoy es: “¿van a cerrar la frontera por el coronavirus? En abril tengo mi segunda Corte de asilo”.
Esta es la pregunta que se repiten constantemente algunos de los más de 60 mil solicitantes de asilo político en Estados Unidos que han sido retornados a México desde que se implementa, desde hace poco más de un año, el programa del MPP. Éste fue acordado entre los presidentes Trump y López Obrador, bajo la amenaza a México de establecer fuertes sanciones económicas si no aceptaba convertirse en un muro de contención de migrantes.
La frontera con México representa “una amenaza muy real de salud”. Esto fue lo que afirmó Mark Morgan, el comisionado interino de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, el pasado jueves 12 de marzo en una conferencia de prensa telefónica.

Su declaración sigue el argumento de la administración del presidente Trump, que considera un “peligro para la salud pública por la amenaza del coronavirus” que se suspendiera el programa del MPP de retorno a México de los solicitantes de asilo en Estados Unidos hace más de dos semanas, el 28 de febrero. Pocas horas después de recibir el rechazo de los abogados del Gobierno, fue reactivado.
El coronavirus parece azotar con más dureza si eres pobre, si no se tiene seguro médico para ir a un doctor, si se comparte un cuarto con varias personas, si no puedes estar aislado porque vives en un albergue o en un campo de refugiados en la frontera.
Este nuevo virus ha causado estragos en China, y ahora en Italia, España y Alemania.
España, que mantiene un contacto estrecho con Latinoamérica, ha decretado el estado de alarma: ha clausurado parques, escuelas, restaurantes y todos los comercios (menos los de alimentación y farmacias) y no permite salir a sus ciudadanos de sus casas, más que sea por estricta necesidad de trabajos que no puedan realizarse a distancia o para atender a familiares enfermos. Colombia ha cerrado su frontera con Venezuela.
Esta pandemia que nació en China, ha llegado con fuerza a Estados Unidos, que se está blindando fuertemente para prevenir una mayor catástrofe. Los vuelos hacia y desde Europa se han suspendido por 30 días y el presidente Trump ha aprobado un paquete de medidas de ayuda a las empresas y sus trabajadores.
En México hay, por el momento, 41 casos positivos de coronavirus y 155 casos sospechosos. Y la Secretaria de Educación Pública (SEP) anunció este sábado que suspendería las clases como medida de prevención por un mes, a partir del 20 de marzo.
A Marilú Cruz, de 57 años, y a su esposo, de diez años más, dudan si tendrán coronavirus. A ella le duele mucho la cabeza y él, que en Ciudad Juárez trabaja como albañil mientras esperan en Ciudad Juárez su proceso de asilo político, tiene un fuerte catarro.
“Me preocupa mucho no tener seguro médico para poder ir al doctor”, afirma a CubaNet esta migrante cubana, para la que encontrar un trabajo a su edad y siendo mujer, es más complicado.
Los síntomas del coronavirus son fiebre, cansancio y tos seca. Algunos sufren dolores, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta o diarrea, según los expertos médicos.
Para prevenir el contagio, la Organización Mundial de la Salud y doctores recomiendan lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón o un desinfectante. Toser cubriéndose la nariz y la boca con el codo o con un pañuelo.
No saludar de beso, mano ni abrazo. No tocarse la nariz, la boca y los ojos. Evitar interactuar en grupo. Mantener al menos un metro y medio de distancia entre otra persona. Cubrirse la boca con un pañuelo o mascarilla para no ser contagiado ni contagiar. No tomar el transporte público. Cancelar viajes a países donde se hayan detectado casos de coronavirus.
El contagio del coronavirus se produce por las gotitas que expulsa la persona infectada. Si esas gotitas caen a los alimentos, al carrito del supermercado o a la mesa de la oficina y pasas la mano por ahí, te llevas el virus. Y si te tocas la cara, se produce el contagio.
Los que pueden en Estados Unidos se preparan para lo peor: para muchos es que no se permita la salida de sus casas si el coronavirus no se controla pronto.
En El Paso, Texas, con la confirmación oficial del primer caso de coronavirus del viernes en la noche, las tiendas se han quedado vacías de todo tipo de productos, en especial de agua, productos desinfectantes, papel higiénico y alimentos enlatados.
Los estadounidenses han cruzado este fin de semana hacia el lado mexicano de la frontera, a Ciudad Juárez, para hacerse con provisiones, aprovechando, además, la fuerte devaluación del peso mexicano frente al dólar. En algunos supermercados, ya lucen los estantes sin agua ni papel higiénico.
La mayoría cubanos -que no tienen familia en Estados Unidos que pueda apoyarlos económicamente por más de un año de espera de su proceso de asilo y viven con la presión de poder enviar dinero a Cuba para pagar los préstamos que adquirieron para poder huir-, intentan “resolver” como pueden.
“Mañana cuando mi esposo cobre iré a comprar todo para prepararnos”, apunta Cruz.
En los albergues de Ciudad Juárez, donde se hospedan unos 1 300 migrantes de los más de 13 mil que están esperando su caso de asilo en Ciudad Juárez, no se han implantado por el momento ninguna medida preventiva.

El estado de Chihuahua no tiene ningún caso positivo de coronavirus, si bien hay seis sospechosos, dos de ellos en Ciudad Juárez, que se están analizando en esta ciudad donde la pobreza de más del 40 por ciento de la población dificulta que muchos accedan a un médico cuando se enferman.
“Vamos a establecer una campaña para que no genere pánico y a enviar a los albergues mayores insumos de tipo antiséptico, y estamos por reunirnos a partir del martes para determinar qué acciones se van a tomar”, afirmó a CubaNet Enrique Valenzuela, la máxima autoridad del gobierno del estado de Chihuahua en atención a migrantes.
¿Y para los migrantes que no están en los albergues, como el 98 por ciento de los cubanos?
– Si requieren insumos y no pueden comprarlos pueden acudir al CAIM (donde se apuntan en la lista para cruzar ordenadamente hacia Estados Unidos) y se los facilitaremos.
– ¿Va a haber algún tipo acceso a pruebas gratuitas del coronavirus?
– No, por el momento no. La jurisdicción sanitaria está muy pendiente para ver la evolución.
– ¿Adónde puede acudir una persona migrante si sospecha que se ha enfermado y no tiene un seguro médico?
-Las órdenes del gobernador Javier Corral son que nadie se quede sin atención médica y que sean atendidos. Pueden ir al Centro de Salud B que está en el centro, en la Avenida Juárez y la Vicente Guerrero, o a cualquier centro público de salud. Y si nos los atienden, que acudan al CAIM para informarnos.
La noche cae en este desierto que mira a Estados Unidos, a pesar del muro. Yamila intenta conciliar el sueño, pero la incertidumbre del coronavirus no le deja descansar. Escucha otros disparos, los gritos de pánico. Es tiempo de rezar.
“Sólo estamos bajo la misericordia de Dios. En Cuba, donde están mis hijos, hay casos de coronavirus, sólo le pido a Dios que tome el control de todos.
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