LA HABANA, Cuba. – Hace un par de días los jóvenes de la Iglesia Cristiana Pentecostal de Camagüey recorrieron la ciudad para brindar alimentos y consuelo a personas sin hogar, en uno de los cierres de año más tristes que Cuba pueda recordar. El piadoso gesto descubrió uno de los rostros más terribles de la crisis que atraviesa el país, donde el número de personas en situación de calle ha aumentado dramáticamente.
A juzgar por las imágenes publicadas en el muro de Facebook de la institución, decenas de cubanos pernoctan en aceras, portales, salas de centros de salud y terminales de ómnibus. Todos parecen tener más de 60 años y en su mayoría son de piel negra, datos que dicen mucho acerca de cuáles son los grupos verdaderamente vulnerables, y hacia qué extremo se inclina la balanza de la discriminación.
Solamente la iglesia y algunos miembros de la comunidad se preocupan por asistir a esas personas, cuyas historias de vida ayudarían a entender cómo en Cuba socialista se puede llegar a la vejez en condiciones de absoluta indigencia y desamparo.
Lo que se aprecia en las imágenes es apenas un fragmento de un cuadro mucho más desolador. Esos son los pobres de la ciudad de Camagüey, una provincia inmensa. ¿A cuánto ascendería la cifra si se suman los indigentes de toda Cuba? En La Habana se cuentan por cientos, en condiciones lamentables, sin que nadie se ocupe de ellos. Al Estado no le interesa. Las iglesias no dan abasto y muy poca gente está dispuesta, en tiempos de profunda carestía, a compartir lo que tiene con una persona sin hogar, un desconocido.
¿Cuántas de esas personas habrán perdido sus casas en desastres naturales o derrumbes? ¿Cuántas habrán sido defenestradas por sus familiares? ¿Cuántas habrán perdido el derecho a un usufructo por haber estado en prisión? ¿Cuántas viven de la basura y reciben atención médica adecuada cuando la necesitan, en un país que se ha deshumanizado en extremo? ¿Cuántas padecen enfermedades que requieren medicinas difíciles de conseguir incluso para quienes cuentan con techo, ingresos y seres queridos capaces de proveer?
Los medios oficiales no mencionan a las personas sin hogar, y si lo hacen es para avivar la propaganda sobre “la Revolución que no deja a nadie desamparado”. Ninguna institución se ha ocupado de realizar un levantamiento de información sobre los indigentes para en base a los datos recopilados aliviar, en la medida de lo posible, la situación en que se hallan.
En todo el mundo hay gente que vive en la calle; pero en un país pequeño como Cuba, desangrado por el éxodo y amenazado por el envejecimiento poblacional, la indigencia se ha expandido de modo considerable y es un problema que, como tantos otros, promete seguir agravándose sin solución a la vista.
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