
CIUDAD JUÁREZ, México. – Cascos y escudos de protección: entre los alambres una barricada de cemento. Un helicóptero sobrevuela este punto limítrofe, donde deja de ser territorio de Ciudad Juárez (México) para convertirse en El Paso (Estados Unidos).
Una luz roja intermitente. Una señal de Stop que dice en español “Peligro. No entre”.
Focos deslumbrantes que miran hacia México. Los policías antimotines armados están cortando el puente Paso del Norte-Santa Fe que une y separa estas dos ciudades “por seguridad nacional”.
Algunos se mantienen en una fila, en posición de defensa y ataque. Otros conversan distendidamente en grupos: no hay mucho más qué hacer.
Desde este punto del puente no se divisa el comienzo de este cruce fronterizo. Ya en el lado mexicano un grupo de unas 70 mujeres guatemaltecas, hondureñas, nicaragüenses y salvadoreñas abrazan a sus niños. Están sentadas en un lado de la acera y en fila. Los bebés duermen. A la altura de la entrada de los baños también hay una familia de Venezuela. Metros después, se encuentran seis agentes de la Policía Federal de México y la Guardia Nacional.
¿Sabe si nos van a dejar pasar? No hemos podido preguntar por nuestro proceso, estamos esperando a que nos digan qué hacer, ya no hay MPP.
Me parece que es imposible preguntar nada, yo no he podido hablar con ellos, les comento. Y les enseñó los vídeos que acabo de grabar.
Poco después comienzan a salir por la entrada del puente en México. Van a dormir a uno de los albergues de Ciudad Juárez donde llevan varios meses esperando su proceso. Son las nueve de la noche del viernes y en esta parte del puente ya saben cómo les va a recibir el país al que pidieron asilo político, Estados Unidos. A pesar de que esa misma mañana (del viernes 28 de febrero) la Corte de Apelaciones del Noveno distrito suspendió temporalmente la medida del MPP que desde enero del 2019 comenzó a obligar a los solicitantes de asilo político en Estados Unidos a esperar en México su proceso.
Unos ríen, otros se abrazan. Algunos no se han visto desde hace tiempo. Muchos se conocieron en el camino, cruzando países y selvas. En la entrada del puente Paso del Norte-Santa Fe en Ciudad Juárez sigue respirando un ambiente de alegría. Como desde las cinco y media de la tarde en la que fueron llegando.
Centenares de retornados por el MPP se van acercando. Por un momento, parece que la Avenida Juárez ha vuelto a su esplendor, cuando se podía caminar por ella en noches sin violencia y existía vida. La mayoría de ellos son migrantes cubanos, pero también hay familias centroamericanas. Pero a los cubanos se los ve más. Son más altos y expresivos, su tono de voz de júbilo es más intenso.
“Estamos esperando. Estamos esperando a que nos digan”, afirma la cubana Marilú Cruz Tamayo, de 52 años de edad, acompañada de su esposo Clemente S. Ramos, de 67 años.
“Nos enteramos que iban a quitar el MPP y estamos todos reunidos aquí para ver si nos dan una noticia para pasar”, apunta.
El solicitante de asilo en Estados Unidos Ernesto Rodríguez dice que decidió acudir al puente “para enterarnos, para saber y estar informados de cómo seguir ahora el proceso legal”.
Me enseña unas fotos con su rostro desfigurado por una golpiza que sufrió de los policías en los nueve meses que lleva en Ciudad Juárez esperando su caso de asilo.
“No aprobé el miedo creíble a regresar a México (tras su audiencia en la Corte en EE.UU) y me retornaron”.
Yusimi Yaqui asegura que todos los cubanos “están esperando a que den la orden, estamos esperando para que nos den la información de seguir aquí, esperar o venir de vuelta”, señala esta cubana de 24 años, que fue retornada a Ciudad Juárez el pasado 10 de julio, tras solicitar asilo en El Paso, Texas.
La noche avanza. Algunos de los migrantes comienzan a mirar consternados las noticias en sus celulares sobre lo que ellos están viviendo. Sus familiares en Estados Unidos llaman con preocupación. Medios de comunicación -que coincidentemente no ha estado en el puente o han llegado a última hora, sin haber profundizado ni permanecido en él por horas para saber lo que realmente estaba pasando- comienzan sus informaciones con: “Alud de migrantes cubanos para entrar ilegal a Estados Unidos provoca el cierre del puente”, “Rebelión cubana en los puentes”, “Migrantes cubanos se amotinan”, entre otros titulares que siguen la versión oficial de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CPB) de Estados Unidos, en lugar de comprobarla.

Hacia las 6:30 de la tarde no se permitió la entrada de más viandantes por las líneas peatonales, a las que se podía acceder sin problemas.
Para las siete de la tarde, los carriles para los vehículos se cortaron al tráfico con unas cintas amarillas, a pesar de que los migrantes no estaban obstruyendo la entrada ni salida de los vehículos. El ambiente fue en todo momento respetuoso con las personas fronterizas que se acercaban a cruzar hacia Estados Unidos.
La decisión de EE.UU de cerrar el puente fronterizo se había tomado mucho antes de que los solicitantes de asilo retornados se hubieran presentado, pacíficamente, hasta sus inmediaciones. A las dos de la tarde, las autoridades mexicanas recibieron la orden de cerrar el puente para antes de las 7:00 p.m., según fuentes oficiales a las que tuvo acceso CubaNet.
Este requerimiento llegó después de que una Corte bloqueara la medida del MPP y horas antes de que migrantes en proceso legal se fueron acercando para saber cómo cumplir la nueva orden judicial.
El cierre del puente fronterizo Paso del Norte-Santa Fe en Ciudad Juárez (México), frontera con El Paso (Estados Unidos) se utilizó como uno de los argumentos para presionar a la Corte para que reactivara de nuevo el MPP de retorno a México para los solicitantes de asilo, según una fuente del CBP consultada por este medio independiente.
Los abogados del Departamento de Justicia de Estados Unidos y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CPB) argumentaron a la Corte -que había bloqueado la medida del MPP- que suspendiera urgentemente, por motivos de “seguridad nacional”, la orden que se había emitido en la mañana.

La suspensión del MPP por parte de la Corte “causa daños importantes e irreparables al público de los Estados Unidos y al gobierno, a la seguridad fronteriza, la seguridad pública, la salud pública y las relaciones diplomáticas”, escribieron en su petición a la Corte los abogados del Departamento de Justicia de EEUU
La Casa Blanca argumentó que el fin del retorno a México de los migrantes en proceso de asilo en Estados Unidos abrumaría el sistema de inmigración de la nación, dañaría las relaciones con el gobierno de México y aumentaría el riesgo de brote del nuevo coronavirus.
Hacia las nueve y media de la noche, Enrique Valenzuela, máxima autoridad en atención a migrantes del gobierno del estado mexicano de Chihuahua, acudió al puente Paso del Norte para informar a los migrantes de la última resolución en la Corte. Los migrantes jubilosos, que seguían esperando indicaciones, para continuar sus casos de asilo político de Estados Unidos, en Estados Unidos, se encontraron con la noticia que no esperaban.
El funcionario mexicano, que destacó que los migrantes “no habían intentado entrar ilegalmente, ni se incitó a ningún desorden”, les informó que la Corte había aceptado la petición de la administración de Trump para reactivar el MPP inmediatamente “y las cosas siguen igual como se encontraban”.
Los jueces establecieron un plazo, hasta la tarde del martes 3 de marzo, para que las diversas partes a favor y en contra presentaran sus argumentos, antes de emitir una decisión final.
A muchos se le saltaron las lágrimas: dos emociones contrarias en un mismo día. Otros se preguntaban cuál hubiera sido su destino si no hubieran esperado su número. Habían llegado antes de mediados del mes de junio, cuando en Ciudad Juárez se extendió el MPP para los solicitantes cubanos. Y decidieron cumplir con las recomendaciones para cruzar ordenadamente a Estados Unidos por una lista -que fue creada originalmente por un vecino de la zona que cruzaba con frecuencia el puente- y que después la continuaron las autoridades mexicanas.
“Me siento a la vez muy triste que de repente quitaron que ya no tenemos esperanzas, hasta que nos den la respuesta de nuevo, una noticia buena y al final no duró nada, al final no dejaron pasar a nadie”, asegura la cubana Bárbara Ruiz, de 23 años.
A las once y media de la noche, el puente Paso del Norte-Santa Fe luce desierto. Ninguna persona migrante se encuentra en las cercanías. Son las dos de la mañana y dos hombres piden insistentemente cruzar hacia EEUU Enseñan sus identificaciones del Ejército estadounidense. Los dejan pasar. A los pocos minutos, regresan. No pueden cruzar hacia el lado estadounidense del puente: siguen las barricadas, los alambres y los policías antimotines.
Pasan once horas desde que este cruce internacional se abre. Nunca había estado cerrado por tanto tiempo, ni en la máxima emergencia de los ataques terroristas del 11 de septiembre. Son las 6:18 de la mañana del sábado: siete horas después de que un migrante estuviera en la zona. Y la vida en este puente fronterizo acaba de regresar.
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