LA HABANA, Cuba, 19 de junio (Eugenio Leal, 173.203.82.38) – Auspiciado por el proyecto Amor y Paz por la Ecología, se celebró el sábado pasado la segunda edición del “Evento por la Cultura Rastafari”, que esta vez estuvo dedicado a las mujeres que integran ese movimiento.
La celebración tuvo lugar en el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño, situado en calle Oficios esquina Luz, municipio Habana Vieja. Allí se inauguró la exposición colectiva de pinturas y esculturas “Mamá África”, que exhibe, hasta principios de julio, obras inspiradas en la mujer rastafari.
El Dr. Samuel Furé Davis, autor del texto “La Cultura Rastafari en Cuba”, dijo que el evento “crea un espacio para el debate y la confrontación de opiniones en la sociedad. La cultura rastafari es patriarcal, el hombre es respetado por la mujer. Es él quien tiene la corona, el rey de la familia. No le permite a la mujer cocinar mientras está menstruando, ni trabajar en la calle”.
“Sin embargo, pienso que la mujer rastafari cubana tiene la dualidad de haber vivido los esfuerzos por la igualdad de la mujer, trabajar para su propio sustento, independizarse y tener autoestima. Por eso, lleva esa autoestima a la cultura rastafari. La mujer cubana rastafari reclama su espacio dentro de la sociedad; esa es la diferencia con otros países”, aseguró Furé Davis.
El término “rastafari” tiene su raíz etimológica en el amárico, la lengua oficial de Etiopia. No es solamente un conjunto de ideas religiosas o estilo de vida del que forman parte la música, las artes visuales y el lenguaje, sino una simbiosis en la que todos esos elementos interactúan entre sí.
En la década de los años 90 comenzó el proceso de expansión de la cultura rastafari en Cuba al dejar de ser el ateísmo una doctrina del Estado, pero, al mismo tiempo, hacerse más pronunciada una pérdida de valores, frustración y desesperanza sobre todo entre los jóvenes, que buscaron vías alternativas para aliviar su situación.