VILLA CLARA, Cuba. – José Javier Palomino –quien me ha aclarado no es ese su verdadero nombre— trabaja como asesor conjunto para ingeniería civil y arquitectura en la Dirección Provincial de Planificación Física y Urbanismo en Villa Clara. Experto profesional, viene con alguna frecuencia a Caibarién “a supervisar las muchas obras que aquí se ejecutan”. Sépase que partes de ellas se encuentran detenidas o atascadas durante largas temporadas, y entre misiones de carácter laboral osa verter criterios.
Por ejemplo —y cita Palomino—, el nuevo reparto destinado fundamentalmente a dirigentes del turismo, obra de la Empresa Constructora Militar, “fue entregado simbólicamente a algunos trabajadores destacados hace apenas unos meses”, en nuevo incumplimiento de “el cronograma de entrega”, con un par de años de retraso.
Pero, casi inmediatamente, han presentado allí “urgentes dificultades en el orden co-habitacional”, porque la fosa encargada al Sectorial de Comunales y destinada a almacenar los naturales efluvios fisiológicos, que en un primer planeamiento fue “ignorada por tan competentes proyectistas”, se ha repletado ya y desborda por la avenida trasera apestando e infectando a vecinos.
Cualesquiera sean los retardamientos acontecidos por divergentes causas —como las inherentes al deficitario sistema de supervisión y vigilancia que no sea la que se ejerce sobre la ciudadanía—, a “la apertura anunciada de la circunvalación que aliviaría el tráfico de ómnibus con destino al cayerío cercano”, llama la atención que también hayan desbaratado los pesados transportes desviados, las calles de casi toda la periferia e interiores del municipio, además de desbrozar las áreas destinadas por el INDER al ejercicio físico y el deporte, asunto que al menos en tres escuelas se ha vuelto comidilla del personal afectado.
La Secundaria Básica “Antonio Arias García” de Caibarién, que disponía de un entramado de aparatos bastante modernos destinados a los ejercicios aerobios y que fueran donados por una ONG en tiempos cercanos, “cedió su espacio de participación popular” para que se construyese en él, primero, un edificio de apartamentos destinado a los albergados del antiguo Preuniversitario en el campo de la zona de Dolores, pero que luego alguien propuso —en ese mismo foro al que pertenece José Javier y por sugerencia de la localidad—, abrir “un hotelito en dónde hospedar a quienes visiten el pueblo y anhelen su playa”, que se quedó sin hospedajes distintivos, herencia de aquel capitalismo próspero, frente “al aparato que cerró nuestras instituciones culturales de forma masiva”, amparados como siempre en “lo que no hay”. Es decir: lo que sí hay —que son bloqueos de cualquier tipo.
Los profesores y la dirección del Preuniversitario “Rubén Martínez Villena”, también en Caibarién, —que utilizaba las mismas instalaciones para dar sus clases de Educación Física, compartiéndolas con los alumnos de la Escuela Primaria “Nguyen Van Troi” en aquel reparto superpoblado—, no han encontrado otra área fija en dónde recolocar a los del claustro, como tampoco han podido los de la escuela vecina sino emplear los pasillos y azoteas en detrimento del cuerpo anatómico del alumnado.
Los destrozos infligidos a los terrenos —ahora baldíos— donde antes hubo canchas de voleibol y básquet, así como al solar cercado para el desarrollo del béisbol infantil o a la práctica del atletismo, parecen no desvelar a sus autores ni “al normal desempeño” de tan complaciente burocracia.
Si las políticas que deberían prosperar acerca de los destinos del país —al que se pretende recomponer prestigios tras continuas derrotas en el ámbito de los rendimientos deportivos o los vetustos triunfos académicos—, formaran parte de las campañas que categorizan “al socialismo como sociedad superior al imperialismo”, pues tendrían que acatarse estas frías decisiones mientras se reacomodan, “en las zonas bombardeadas”, las preferencias de que disponga tan alocado gobierno.
Frente a medidas destructivas —que con mayor frecuencia caen en un impasse interminable—, cabría preguntarse si ya va siendo hora de modificar el slogan del extinto Fidel Castro: “El deporte, derecho del pueblo” anexándole muy revolucionaria y nada obsoleta coletilla: “Y obligatoriedad del Estado”.
Recibe la información de Cubanet en tu teléfono a través de Telegram o WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 498 0236 y suscríbete a nuestro Boletín dando click aquí.