MIAMI, Estados Unidos. — Una casa sin condiciones, una hija enferma, mala alimentación y apagones de seis y ocho horas. Así es la situación que atraviesa Pausides Orduñez Montero, quien reside en el municipio guantanamero de Baracoa.
“Tengo una casa que da vergüenza que venga una visita porque no tienen tablas, se las comió el comején”, expresó el hombre a CubaNet.
Orduñez Montero dijo sentirse abandonado por las autoridades ya que su hija, de 56 años, se encuentra postrada y no recibe la atención que necesita.
“Me tienen abandonado. Tengo una hija de 56 años postrada, que no da un paso. Es diabética (…). Tiene cataratas de nacimiento (…) Le quitaron la dieta. No nos atienden para nada”, declaró el baracoense, quien recordó que al pueblo donde vive hace meses ni siquiera llega la carne.
Pausides también denunció la situación de los apagones en el territorio.
“Estoy en un estado de nervios que no puedo vivir. La corriente se va seis u ocho horas y la ponen dos, tres o cuatro”, indicó el hombre.
En ese sentido, Orduñez Montero sostuvo que los dirigentes cubanos no sufren ni padecen los problemas de la gente pobre.
“Esos grandones que no caben en el uniforme tienen luz y tienen comida y el pobre aquí muriéndose de hambre”, añadió el lugareño.
El hombre sentenció que el precio de la vida para el cubano de a pie se ha vuelto demasiado alto y que el dinero no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas.
Además de los servicios básicos, el baracoense también debe comprar medicamentos como la duralgina, cuyo precio asciende a casi 200 pesos por paquete de 10 tabletas.
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