SANTIAGO DE CUBA, Cuba. – La ruta interprovincial Santiago-Habana enfrenta una gran problemática para la transportación de pasajeros: el deprimido parque de ómnibus estatales no logra cubrir la demanda y los transportistas privados, que aliviaban el flujo de viajeros, fueron limitados por el Consejo de la Administración de Santiago de Cuba a un precio máximo de 10 CUC por pasaje, cifra que los transportistas se niegan a cobrar, alegando que sus gastos no son cubiertos con ese monto.
A razón de esto, aquellos que, por cuestiones familiares, de trabajo o personales, deciden viajar a la Habana desde Santiago de Cuba, enfrentan un verdadero infierno. Muchos tienen que dormir varios días en las terminales en espera de que un ómnibus o de que algún que otro particular que continúe trabajando. En los peores casos tienen que pagar guaguas de turismo de la empresa Viazul, que, bajo la excusa de un “viaje confortable”, cobra precios escandalosos.
Tal fue el caso de Maykel, un santiaguero de unos 30 años de edad que esperaba en la terminal interprovincial de Santiago de Cuba algún medio de transporte que le permitiera llegar a La Habana en tiempo, ya que tenía reservado un vuelo hacia Canadá.
El joven llevaba más de cinco horas varado en la terminal y, aunque en repetidas ocasiones intentó sobornar a varios trabajadores de la instalación, estos alegaron que no era problema de resolver, sino de que no había ómnibus disponibles.
“Hablé con dos o tres trabajadores de la terminal para que me resolvieran una guagua y les dije que les pagaría 20 CUC. Y nada, me decían que no había ningún ómnibus que saliera hasta después de las 11 de la noche. Imagínate, eran como la 1 de la tarde y no podía esperar a hasta la noche y los camiones no estaban tirando pasajes, al parecer había inspectores y los choferes no querían montar a nadie”, relató.
Tras dos horas más de espera, Maykel, sumido en el desespero por llegar a su destino, solo encontró la solución en los ómnibus de la Empresa Viazul.
“Como no había más nada en lo que pudiera llegar a La Habana, decidí coger una guagua de Viazul de extranjeros, que me cobraba 51 CUC, ya estaba cansado de esperar y vi que sería mejor así”, dijo.
Cerca de las 3:15 P.M. de la tarde, por fin, salió el ómnibus número 883 con chapa B 189 258, el cual tendría un tiempo estimado de llegada a la Habana de 14 horas. No obstante, los inconvenientes llegarían poco después de la partida.
“Cuando me monté en la guagua, enseguida vi que la mayoría de las rejillas de los aires acondicionados estaban tapadas con cinta adhesiva, como para que no se cayeran, y los asientos estaban sucios. Para colmo, después que montaron los turistas que había, empezaron a subir hombres con mochilas y herramientas de trabajo, aquello parecía una guagua de trabajadores en vez de una de turistas. Aunque eso era lo de menos, lo peor vino cuando llegamos a Bayamo y los hombres se bajaron”, adelantó el santiaguero.
“A un chileno le robaron una mochila donde traía su pasaporte, documentos, dinero y una cámara de fotos. Aquello se revolvió y fuimos a parar a una estación de policía, donde estuvimos dos horas, hasta que le tomaron declaraciones al turista, aunque todo fue en vano porque no le resolvieron nada. El extranjero dijo que, en su país, si algún pasajero le sucede un hecho similar, la empresa de Ómnibus es la que tiene que indemnizar. Después de todo ese tiempo en la estación policial, fuimos a la Unidad Provincial de Operaciones de Granma, donde se determinó que había tres sospechosos, y estaban entre los trabajadores que habían montado el ómnibus”, detalló Maykel a CubaNet.
Según cuenta, una conversación entre los choferes reveló que no era la primera vez que ocurrían hechos similares. “Los choferes estaban hablando que los robos en las guaguas empezaron después de que Viazul hiciera contratos con varias empresas constructoras para la transportación de sus trabajadores, a quienes se les cobra en moneda nacional, o sea 51 CUP. El conductor de la guagua dijo que, aparte de los robos, por culpa de los constructores, no logran cumplir el plan y ellos son los que pagan las consecuencias porque le baja el salario”.
Después de las horas de espera en Bayamo, cerca de las 9 de la noche partieron hacia Holguín. “Llevábamos 5 horas en la carretera, no habíamos comido y el caso fue que, por razones de la demora, el lugar donde estaba planificado comer estaba cerrado, así que continuamos camino sin nada en el estómago”, indicó el pasajero.
“El aire de la guagua, en ocasiones, se ponía fuerte y en otras se apagaba. Hasta que no aguantó más en Ciego de Ávila. Con mucho calor se llegó a la terminal de ómnibus de esta provincia y, tras horas de que el chófer intentara arreglar la avería, quiso que se realizara transbordo, pero la provincia no contaba con guaguas de repuesto. Así se continuó la marcha, pasada las 5 y 20 de la madrugada, con goteras por el techo, las bocinas y la ventilación de aire. Según dijo el chofer, la guagua tiene más de 15 años de explotación”.
Llegamos a Villa Clara a las 9 y 10 de la mañana. Entonces, los mecánicos de la empresa arreglaron el aire y un problema en una rueda trasera del ómnibus. A las 10 y 46, cuando faltaban más de 200 kilómetros, el chófer paró nuevamente la guagua en la autopista y, tras revisar, se subió y pidió que abriéramos las ventanas, porque nuevamente había problema con el aire y en esas condiciones, que hasta los camiones están mejores, llegamos a la Habana a las 12 y 51 del mediodía”.
“Para no hacerte el cuento de las fatalidades más largo, fueron más de 21 horas de viaje, una ruta que, según los horarios establecidos, solo se llevaba de 12 a 13 horas. Y eso que la guagua es de turistas, imagínate lo que quedará para los cubanos normales y corrientes, pero, al final, las culpas se las echan al imperialismo y al bloqueo y que los turistas no quieren venir por las calumnias que se dicen de Cuba, pero aquí tenemos el vivo ejemplo de quien es el culpable”, selló Maykel, quien perdió su vuelo a Canadá tras su tormentoso viaje.
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