LA HABANA, Cuba. – Cuando se piensa en un banco, lo primero que viene a la mente es el dinero y luego debería ser la seguridad, pero qué pasaría si esa institución falla en su capacidad para mantener seguros nuestros activos monetarios. Recientemente, la sucursal del Banco Metropolitano del consejo popular Campo Florido, en Habana del Este, se enfrenta a una precaria situación que pone en jaque tanto la capacidad y eficiencia laboral de sus trabajadores como la calidad de sus servicios.
El local ha reportado desde su reacondicionamiento intermitencias en la calidad del aire acondicionado; sin embargo, no ha sido hasta ahora que sus trabajadores han decidido hablar de ello, arrastrados por las bajas condiciones de trabajo a las que están sometidos. Según contó María de los Ángeles González, una de las cajeras, este asunto viene presentándose desde comienzos del mes de abril y hasta la fecha, “porque además de que el aire acondicionado no sirve desde hace meses, también tenemos la cuestión del consumo, que nos lo han bajado. Reportamos lo que sucedía con el aire, vinieron y dijeron que habían puesto un motor nuevo, pero en vez de enfriar, calienta”.
Con niveles de consumo tan bajos, quienes laboran en la sucursal 289 prestan sus servicios con solo dos ventiladores. Para Solanch Rodríguez, negociadora de documentos bancarios, trabajar con estos aparatos es muy incómodo “porque se nos vuelan los papeles, los clientes tienen que agarrar sus documentos porque se le escapan a la hora de firmarlos; además, como estamos en un local que casi no tiene ventilación natural el calor es desesperante”.
Pero no solo las personas sufren con este asunto. “Aquí tenemos un servidor –explica María de los Ángeles- que garantiza nuestra conexión y también tiene el aire apagado, lo que influye en la calidad de la comunicación, a tal punto que se pone crítica porque ese servidor tiene que mantenerse todo el tiempo con climatización”. Solanch Rodríguez reveló que “ayer tuvieron que reiniciar el módem porque desde el lunes pasado estamos completamente sin aire acondicionado en toda la sucursal y hoy el servidor no se estaba reconociendo, aunque sí le pusieron su aire. El problema radica en que si el servidor no responde no se puede trabajar, al menos con el sistema”.
De acuerdo con los trabajadores, el consumo es un indicador diario que está a cargo de la directora, y ella les ha dicho que lo bajaron tanto que solo alcanza para las máquinas y las luces. “Nosotros somos los que no tenemos aire a ninguna hora del día”, argumenta Solanch, quien además dijo que “la directora ha mandado correos y ha llamado para aclarar esta situación, pero nosotros no sabemos nada”.
En breve conversación con Yaderi León, directora de esta sucursal, solo dijo que no podía comentar nada al respecto porque esa información no se le puede ofrecer a nadie sin pedir autorización al nivel central. Sin embargo, sí comentó que casualmente acababa de “recibir un correo de la dirección en el que nos explican que la situación con el consumo se va a aplicar a todas las sucursales del Banco Metropolitano”, entidad que funciona solo en el territorio de la capital cubana, y que iba a reunirse con sus trabajadores al final de la jornada para explicarla.
Otra de las empleadas de esta entidad, Yenni Mena, negociadora de documentos bancarios, se refirió a como “los trabajadores también quieren una explicación del Banco Metropolitano sobre por qué bajaron los kilowatts, ya que lo único que conocemos es que el banco central le designa a cada sucursal las tarifas por consumo que tiene para cada mes, las cuales son diferentes en dependencia del tamaño de la sede, si tiene ventanas y ventilación natural o no, y los equipos que tiene”.
“No sabemos por qué estamos en esta precaria situación –dice Solanch Rodríguez-, porque incluso ayer vino un cliente y preguntó por qué nosotros no teníamos aire si había ido a Guanabo y en las dos sucursales que hay allá sí estaban puestos los aires, y en los de La Habana también. Además, cuando vinieron los compañeros de Trasval a traernos las tarjetas magnéticas, nos preguntaron si nuestros aires estaban rotos, porque en todas las sucursales que habían visitado en ese día el aire estaba encendido”.
Durante su última aparición en el programa Vale la pena, el psicólogo y profesor Manuel Calviño se refirió a la influencia de un agradable clima laboral, desde el punto de vista de las condiciones físicas de los locales, para garantizar un mayor rendimiento productivo. Siguiendo estas reflexiones, Livian Ruíz, encargada del fondo operativo, se refirió a la influencia negativa de trabajar bajo las actuales y persistentes condiciones de su banco. “Aquí todo el mundo está agresivo –dijo. Nosotros entendemos que hay que ahorrar porque el país está enfrentando serios problemas, pero debido a este inconveniente mantener una buena actitud a la hora de atender al cliente se hace difícil en ocasiones”.
“Cuando hay muchas personas en el banco, también se sienten mal. De hecho, hace días se fue la comunicación y ningún cliente quiso esperar aquí dentro con este calor, así que sencillamente se fueron, lo que deja ver una mala atención por nuestra parte, aunque no haya sido nuestra intención”, explicó Yenni Mena.
Por su parte, Mabel García, quien funge como Jefa de caja, contó que, debido a la ubicación del banco, en las mañanas el sol da de frente y “todos los jubilados y personas de edad avanzada que son clientes nuestros y llegan desde temprano, tienen que sufrir todo ese sol cuando están haciendo la cola para luego entrar a un banco sin climatización. En una ocasión hasta se nos desmayó una persona”.
Ella también agregó como pierden las ganas de trabajar, “y eso influye en el trato al cliente, porque no es lo mismo cuando vienes con el deseo de atender al público y de sonreírle, que llegar sin ánimos y cuando es mediodía solo pensar en irte”. Para Livian “está bien que solo tengamos aire acondicionado durante dos horas en la mañana y dos en la tarde, pero no que esté apagado durante las ocho horas de trabajo porque ciertamente hace insostenible nuestro ambiente laboral y el bienestar de los clientes”.
A todo esto, deben sumársele las exigencias en vestimenta para los trabajadores del banco, “pero desde que sabemos que pasaremos calor, venimos a trabajar predispuestas porque no nos dan ganas de pintarnos, ni de ponernos tacones, ni de colocarnos la chalina que forma parte de nuestro uniforme. A veces decimos, en broma, que tenemos deseos de venir en bikini”, comentó Mabel.
Este desfavorable escenario, además de todo lo expuesto, repercute también en el resguardo del dinero que dicha instalación acoge, porque al ser un local con las condiciones de ventilación mencionadas, sus trabajadores han optado por mantener la puerta del banco abierta y, como comenta Livian Ruíz, “verdaderamente esa es la única garantía de seguridad física que tenemos, que la puerta permanezca cerrada, porque el custodio que trabaja aquí solo posee un bastón como medio de protección”.