MADRID, España.- Amalia Simoni Argilagos pasó a la historia de Cuba como la esposa de El Mayor Ignacio Agramonte y Loynaz y la madre de sus dos hijos: Ernesto y Herminia. También por el intenso amor que ambos se profesaron, avalado por su correspondencia. Pero su ayuda a las luchas independentistas de la Isla no se limitaron a ser la compañera Agramonte, incorporado a la Guerra del 68 contra el colonialismo español, en el lugar conocido por Las Clavellinas.
Amalia, nacida en Camagüey el 10 de junio de 1842, viajó con sus padres y hermana por Europa, donde adquirió una esmerada educación que incluyó los idiomas inglés, francés e italiano y clases de canto en París, pues poseía voz de soprano. Tras su regreso a Cuba se casó con Agramonte en agosto de 1868 y pocos meses después él se levantó en armas.
“Ama a su Amalia locamente”, escribió José Martí en la semblanza que de Agramonte hiciera en El Avisador Cubano de Nueva York, el 10 de octubre de 1888, en la cual luego apunta el Apóstol que ella “le cosió con sus manos la guajira azul para irse a la guerra”.
Lo siguió a la manigua y soportó con valentía las privaciones de la contienda, hasta ser apresada, remitida a Camagüey y posteriormente a La Habana. Su intransigencia la llevó a decir al general español Ramón Fajardo Izquierdo que prefería le cortaran la mano antes de escribir a Ignacio que traicionara su causa.
De La Habana embarcó para Nueva York y de allá a México, donde impartió clases de canto para sostener a la familia. Al caer Agramonte en combate el 11 de mayo de 1873, en el potrero de Jimaguayú, Amalia retornó a Nueva York, ciudad en la que conoció a José Martí, quien solía visitarla y la alabó en el periódico Patria.
Amalia Simoni murió a los 76 años en su residencia de El Vedado, en La Habana, el 23 de enero de 1918, en compañía de sus hijos. En sus testamentos había expresado la voluntad de ser enterrada en el panteón familiar junto con su padre, y cerca de su esposo.
La antigua residencia de la familia fue convertida en Museo Quinta Simoni. El lugar atesora, entre otros documentos, cartas dirigidas por Ignacio a Amalia, prueba del amor entre ambos y por su tierra.