LA HABANA, Cuba, 28 de mayo de 2013, Juan Carlos Linares Balmaseda/ 173.203.82.38.- Escuché el susurro del adolecente: -Papá, necesito 10 pesos-. Y también la objeción del padre: -No puedo, tú sabes mi situación-. Este padre se llama Edelmis Rodriguez Lobaina, es chofer de ómnibus urbano y activista de derechos humanos.
A las seis de la tarde, del 15 de mayo pasado, Edelmis hizo una parada habitual. Estando estacionado, otro ómnibus, que intentaba rebasarlo, le rompe el espejo retrovisor izquierdo. Ambos choferes quedan detenidos bajo investigación pericial.
Al día siguiente, la jefa de tráfico de su centro de trabajo le dice a Edelmis:
-Hoy no puedes trabajar, ven mañana para dar solución a tu problema.
Al siguiente día, 17 de mayo, la jefa de personal, Silvia Calvo, le informa que todo chofer cuando tiene un accidente está obligado a pasar la escuela de conducción, y como el próximo curso no comienza hasta junio, la sanción que le toca son “dos meses sin salario”.
Ese mismo día, el administrador del centro, Reinaldo Amarán Salas, lo intercepta y le comunica que había ido a su casa a buscarlo, porque el director provincial de la empresa Metrobús (de ómnibus articulados), Jorge Luís León Linares, quería conocerlo.
Según testimonio de Edelmis, el director le dijo así:
-Yo tengo una ficha completa de tu persona…sé que en tu centro están ocurriendo situaciones que van contra la revolución…Tú eres cabecilla de ciertas conspiraciones…En nuestra empresa socialista no queremos gusanos…Y si algo malo llega a suceder allí, será culpa tuya.
Edelmis se ofendió, alegando que él cumple con los viajes y las recaudaciones programadas y demás reglas laborales establecidas, cuestión que no pudo desmentir su jefe inmediato (el administrador) que presenció la conversación.
-Ni soy líder allí, ni soy gusano, ni tengo relación alguna con esos supuestos sabotajes-, respondió el conductor.
Cierta vez, reabasteciendo combustible, en el interior de un ómnibus de la fila explotó el extintor, y esto hizo que el chofer perdiera el control del vehículo, colisionando contra la pista. El derrame de gasoil atrajo a bomberos y a peritos del Ministerio del Interior. El extintor no había sido debidamente fijado con la anilla de seguridad. Es el único incidente que ha notado Edelmis en los últimos meses.
Los choferes critican, que luego de someterse a la diaria presión de las ocho horas, y más transportando una sobre cantidad de pasajeros diarios -por la insuficiencia de ómnibus- tengan que pasar una hora y más en fila repostando. Que por carencia de piezas de repuestos los ómnibus andas sin luces intermitentes, sin escobillas del limpia parabrisas, claxon, o con espejos rotos, neumáticos gastados…y en muchos casos esas piezas las deben comprar los propios choferes.
Si el ómnibus va repleto y no hace parada en la zona, el chofer es sancionado. Si se detiene, después debe esperar que todas las puertas cierren, en caso contrario es sancionado. Si se retrasa igualmente viene una sanción. Y el sobre-consumo de combustible se le descuenta del salario, a razón de 26.40 pesos por litro.
El parque automotor de Metrobuses en el paradero de Santiago de las Vegas y de Alberro está medio muerto, por el déficit de ómnibus. Los baches en las vías les destruyen el sistema de dirección y de suspensión. De vez en cuando aparece un especialista chino, encargado de supervisar el año de garantía de los vehículos que llegan nuevos.
El año pasado, Edelmis fue sancionado tres veces: A quince días sin empleo ni salario al negarse firmar un documento del Ministro del Transporte que los obligaba a pagar el sobre-consumo de combustible sin tener en cuenta el mal estado técnico de los ómnibus, de las vías y el exceso de pasaje.
También fue sancionado a tres meses y el descuento del 25% del salario porque no reabasteció un día, su ómnibus se descompuso durante el viaje y la grúa lo trajo remolcado directo para el parqueo. Y a seis meses sin salario porque se adelantó seis minutos en una vuelta, el inspector que le aplicó la sanción tenía un reloj no reglamentario. Esta última sanción concluyó a mediados de enero de este año, y ahora es vuelto a sancionar.
De esta última medida disciplinaria se niegan a darle copia.
Por ironías del destino, el lunes 20 de mayo reciente, se robaron el equipo de engrase portátil, el único que había.
Edelmis, de 33 años, padre de dos adolecentes (de 12 y 14 años) casado, es el sostén económico de su hogar. Reside en San Bernardino No. 263, apartamento 4, en la barriada capitalina de Santos Suárez. Asegura que detrás de todas sus sanciones existe un trasfondo político.