MIAMI, Estados Unidos. – Arquitectos cubanos debatieron recientemente sobre los desafíos y la situación actual de la arquitectura en Cuba, y particularmente en La Habana, en el programa Los puntos a las íes de Diario de Cuba.
Amed Aroche, un arquitecto cubano que reside en Canadá, afirmó que “la arquitectura en Cuba no puede salvar a la ciudad” de La Habana porque, para eso, “son necesarios proyectos políticos, sociales y culturales”. Aroche argumenta que la tecnología es inexistente en la Isla y que, aunque no determina la calidad arquitectónica, es un factor importante.
Adria Valdés, arquitecta cubana que emigró a Madrid, coincidió en que la arquitectura no se puede separar del contexto político y económico de un país. Valdés señala que la arquitectura cubana actual refleja la situación en otros sectores del país, estando estrechamente ligada a la economía y al Estado.
Por otro lado, Fernando Martirena, cofundador del estudio de Arte y Arquitectura Infraestudio en Cuba, sostiene que a pesar de la difícil situación en la Isla, la ilegalidad de la arquitectura también ofrece ciertos grados de libertad. Martirena se refiere a la imposibilidad de crear emprendimientos independientes para los arquitectos en Cuba, quienes actualmente trabajan con clientes privados en condiciones ilegales.
Martirena también menciona que uno de los principales obstáculos para los arquitectos en Cuba es la falta de materiales de construcción, lo que genera incertidumbre y dificultades para completar proyectos. Aroche se pregunta cuál será el estatus de la arquitectura tras su legalización y cuáles serán los cambios que provocará en la ciudad.
Ambos arquitectos coinciden en que la arquitectura no será la solución para La Habana. Martirena advierte que la ciudad se seguirá destruyendo y cambiando, y que el vacío será cada vez mayor. Sugiere centrarse en salvar alrededor de 50 edificios clave, en lugar de intentar salvar todos y quedarse estancados.
Universo García, otro arquitecto cubano, comenta que la mayor inversión en arquitectura actualmente se realiza en el programa hotelero. El también profesor lamenta que los arquitectos cubanos hayan sido excluidos del diseño de nuevas instalaciones hoteleras desde el año 2000, cuando se firmaron acuerdos entre el Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR) y una empresa constructora francesa.
Como resultado, García argumenta que la arquitectura hotelera en Cuba carece de la huella de los arquitectos cubanos y se caracteriza por hoteles anónimos y ajenos al contexto. Esta situación ilustra la exclusión de los arquitectos cubanos en el panorama actual.