MAYABEQUE, Cuba.- “Tener zika es, más o menos, como coger un catarro, pasas un tiempo con malestar y se te quita a la semana”, dice un agente de Salud Pública mientras inspecciona la vivienda de un colega. Su visita tenía como objetivo encontrar criaderos de mosquitos y, de paso, alertarle que podían multarlo por criar un puerco sin “contar con los medios necesarios”.
La despreocupación y la incapacidad estatal para lidiar con las epidemias existentes en Cuba se hacen visibles por la falta de fumigación, las fosas obstruidas en las calles y los basureros desbordados a la intemperie. Mientras tanto la población tiene cosas más urgentes de que preocuparse como, por ejemplo, qué comer.
Juan Teyes, que vive en un apartamento de un cuarto piso, dijo a CubaNet: “Debido al precio tan elevado de la carne en la calle empecé a criar un puerco en la bañadera de mi casa. Me bañaba junto con el animal, pero siempre lo mantuve limpio. De igual manera, traté que nadie se enterara por temor a que me pusieran una multa. Lo maté cuando apenas alcanzaba las 100 libras. El sacrificio para conseguir comida es inmenso. ¿Y para qué hablar del olor desagradable y la suciedad? Jamás lo vuelvo a hacer”.
Los obstáculos para realizar esta actividad son muchos, pero cuando se trata de “resolver” alimentos para sobrevivir, la higiene queda relegada a un segundo plano. Por eso la crianza de puercos por cuenta propia no se limita por falta de espacios o condiciones sanitarias. Es común encontrar personas que se dedican a este negocio, incluso en zonas más céntricas.
La carne que vende el estado a un dólar la libra aproximadamente es difícil de conseguir por la alta demanda y los particulares venden la libra desde 1,50 hasta dos dólares.
Además de correr el riesgo de contraer enfermedades, criar un puerco es caro. Un saco de pienso que por lo general se gasta en una semana para un solo cerdo, puede costar cerca de 10 dólares en el mercado negro, sin contar los gastos en vacunas. Para el bolsillo del cubano de a pie, que cobra menos de 30 dólares mensuales, resulta muy difícil cumplir con un plan de ceba, y una queja de un vecino basta para que las autoridades pongan una multa y obliguen a desmontar el negocio.
“Mi aire acondicionado me lo compré criando puercos. Es un trabajo difícil por la lucha constante para darle comida todos los días. Los vecinos me guardaban salcocho y así ahorraba bastante. Otra desventaja es que hay que fregarlos dos veces al día, si no el mal olor se siente a dos cuadras. Hay veces que se va el agua dos o tres días y no se puede estar dentro de la casa por la peste”, dijo Adriana Romero, vecina de la provincia de Mayabeque.
“Solo me meto en esa empresa cuando quiero guardar dinero para comprarme algo de valor, lo veo como una alcancía, gracias a eso tengo mi aire acondicionado”, agregó.
La guerra entre inspectores estatales y criadores de ganado porcino por cuenta propia que usan sus patios para tal fin es una batalla campal que se “gana” solo con el soborno.
El único dueño del alimento destinado a estos animales es el Estado, quien contrata a agricultores por medio de cooperativas. Estos campesinos tienen que demostrar que tienen condiciones para aportar el 30 por ciento de la comida, mientras el Estado garantiza el 70 por ciento de pienso.
¿Vale la pena sacrificar higiene y arriesgarse a infestarse con zika o dengue por alimentarse mejor? Es una pregunta que ni siquiera consideran los que se dedican a este negocio, pues la necesidad ha hecho que los cubanos subestimen hasta las epidemias con tal de subsistir.
Los criaderos de puercos por cuenta propia seguirán existiendo, aunque estos favorecen el desarrollo de estas enfermedades. Al final, ¿qué podría hacer el zika si “es como un catarro que se quita a la semana”?