LA HABANA, Cuba.- Algunas obras de danza-teatro son tan osadas en su planteamiento conceptual y estético, que a la hora de redactar una reseña el periodista teme profundizar demasiado en aspectos teóricos, a riesgo de parecer denso o cargante, y poner en peligro el interés del lector.
Tal es el caso de la más reciente puesta en escena del grupo de danza-teatro Colectivo Persona, dirigido por Sandra Ramy. El título de la pieza es Yilliam de Bala Coming Soon, y solo el nombre descoloca e intriga al espectador. La obra de marras fue escogida para cerrar la programación del mes de enero en el teatro Bertolt Brecht; pero solo se mantuvo dos días en cartelera, prueba de que no por críptica resulta menos conflictiva.
El hecho artístico parte de un tentador argumento: la prestigiosa diseñadora de moda Yilliam de Bala llega a La Habana para mostrar su más reciente colección, con la promesa de que echará por tierra todas las expectativas mediante una arriesgada propuesta formal. No se trata de una pasarela, sino de la institución del cuerpo como soporte ideológico, a través del cual se materializan, suceden y desvanecen los discursos.
En el escenario cuatro performers (maniquíes) hacen lo suyo, enmarcadas por una continua sucesión de imágenes y collages virtuales, proyectados contra sus cuerpos. Es la dinámica de la publicidad, la vorágine de los tiempos modernos en que la información es tan numerosa y dispersa que el individuo se siente totalmente superado, recurriendo con frecuencia a lo banal como asidero, pero también a la indiferencia.
El incesante bombardeo de significantes mantiene al público atento y confundido. Tras la elegancia y brillo de los slogans, el espectador ve pasar ante sus ojos, de manera fugaz, todas las constantes ideológicas que han sido manipuladas en función de un discurso cuya interpretación pueda adaptarse pasivamente a los “nuevos tiempos”.
Íconos de la identidad nacional y la historia patria son exhibidos, tergiversados y diluidos en la tranquilidad de la desmemoria. Desde la enseña nacional hasta la imagen de José Martí, los cubanos de la era del iPhone contemplan su historia cual si se tratara de un apresurado slideshow, mientras una voz en off deforma el lenguaje, produciendo un efecto hipnótico. ¿Será que son los símbolos el opio del pueblo?
Una de las posibles hipótesis que sostiene la obra Yilliam de Bala Coming Soon es aquella que coloca los símbolos —especialmente la palabra— y sus potenciales significados como la causa primera de la esclavitud de los hombres. No es la inutilidad del lenguaje per se, sino la vulnerabilidad de los seres humanos, que los hace proclives a creer en las representaciones de la realidad más que en la realidad misma.
Esta noción es inherente a cualquier sistema de poder; pero en el caso de Cuba resulta interesante el planteamiento de un desfile donde el cuerpo femenino, transmutado en maniquí, exhibe y legitima tendencias político-ideológicas como si se tratara de una moda. Lo que antes era considerado o asociado a un principio inquebrantable, hoy es brand de la nación. Cuba está de moda y con ella todo lo que la ha definido: héroes, efemérides, crisis y contradicciones.
El juego con el anquilosado —pero negociable— concepto de “identidad nacional” fue recreado mediante las herramientas comunicacionales que rigen la industria de la moda y la publicidad. Magistrales las actuaciones de Tamara Venereo, Gretell Montes de Oca, Daniela Ponjuán y Gabriela Burdsall, bailarina invitada. Inmejorables la selección de la música, el diseño de luces y la coreografía preparada por Sandra Ramy sobre la fabulosa idea original de Roberto Ramos.
Ganadora del premio Villanueva en 2015, Yilliam de Bala Coming Soon es una de las producciones más logradas en el ámbito de la danza-teatro. Una obra cuya plasticidad rompe los límites del arte escénico para adentrarse en los predios de las artes visuales.