VILLA CLARA.- Un vecino del barrio más poblado y conflictivo del municipio acreditado como el guerrero vietnamita Nguyen Van Troi, inició esta semana —usando un sencillo volante impreso por él— suerte de “espontánea” protesta ciudadana contra lo que considera “un atropello de las autoridades”, cuando convocó casa por casa a sus residentes a salirse organizadamente a la calle, y ponerse de acuerdo sobre el modo de actuar frente a la típica indiferencia gubernamental ante sus quejas ciudadanas.
Desde finales del 2015 y en solitario, reclamó el cierre de un salidero de aguas albañales que ha ido creciendo hasta alcanzar el rango de raudal y que afecta la potabilidad de una cisterna común que abastece a varios bloques multifamiliares en el área.
El depósito permanece cercado de charcos pestilentes donde han crecido ignotos gérmenes bajo coloridas malezas propias del detritus.
Hay consumidores que han detectado impurezas y rastros extraños saliéndoles por el grifo.
Tras avisar primero a la delegada de la zona, quien coincidentemente es la vicepresidenta del Poder Popular, y a personajes importantes como la directora de Higiene y Epidemiología que también toma agua contaminada, esperó inútilmente la visita de verificadores más el cierre del salidero antes de que acabara el año.
Ayer, bajo presiones del escándalo público y la alarma de sus vigilantes avisados, acudieron representantes de la empresa local de mantenimiento constructivo —responsable de las obras terminadas— acompañados por un grupo de policías e inspectores provinciales quienes a coro ordenaron: “desviar la zanja”.
Los protestantes, con los ánimos aguados, esperaban más contundencia respecto a decisiones durables de aquel nutrido conjunto de funcionarios encartonados, quienes solo salieron de sus amodorrados letargos cuando vieron amenazados los puestos.
Independientemente que el laboratorio bacteriológico del sectorial saludable declaró no haber hallado la bacteria nombrada coli fecalis en las muestras tomadas del agua de la cisterna con anterioridad, los combativos cederistas usuarios del dudoso estanque movilizados por vez primera por un agitador consciente fuera del marco oficial, estiman que sus vidas corren constante peligro de contaminación por causa de la desidia que se parapeta en la eterna falta de recursos.
Mientras todo va y viene, el agua sucia sigue manando a borbotones.