LA HABANA, Cuba. – El pasado martes 2 de junio, el canal Tele Rebelde de la Televisión Cubana trasmitió, de manera diferida, las incidencias de la Copa Cuba de Ciclismo, que desde la jornada anterior había comenzado en el Velódromo Nacional “Reynaldo Paseiro”, al este de la capital cubana.
A pesar de lo desactualizado de la trasmisión, pues varios medios de prensa ya habían reseñado el acontecimiento, los comentaristas Renier González y Marcial Hernández se vieron en aprietos en reiteradas ocasiones, por no contar con la información necesaria para apoyar sus comentarios.
Así, competidores cubanos y foráneos salieron en pantalla sin que narradores y televidentes pudieran conocer su identidad. Esto sucedía, a pesar de que los realizadores tuvieron 24 horas para hacer una post-producción a la altura del evento, el cual, según los propios comentaristas, cuenta con asistencia de ciclistas de nivel mundial provenientes de once naciones.
Otra dificultad notable, y común, fue la falta de una infografía que mantuviera motivado al espectador, pues en una competencia de tiempos, los relojes en la pantalla son un elemento fundamental, como lo es el gol en el fútbol, o el jonrón en el béisbol.
Desde hace algún tiempo, el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) ha venido implementando cambios en su parrilla de trasmisiones, así como en la manera de enfocar la promoción e imagen de sus canales. Entre los cambios más notables se encuentra la extensión del horario a alrededor de 16 horas diarias.
Sin embargo, para mantener este nuevo nivel de exigencia, sin precedentes en un país que llegó a reducir, en los fatídicos años noventa, sus horas de trasmisión a cinco, el canal Tele Rebelde ha optado por renunciar a la inmediatez.
Si bien se ha ganado en variedad, pues ahora la tele-audiencia cubana puede acceder a eventos tan desconocidos para ella como las Olimpiadas de Invierno, etc., la casi totalidad de las competencias trasmitidas tiene carácter diferido, como la mencionada Copa Cuba de Ciclismo.
En un mundo donde la información viaja cada vez a mayor velocidad, la usanza cubana produce para el pueblo materiales de esta naturaleza. La tradición de más de cinco décadas impone una tendencia casi espontánea de no trasmitir eventos en vivo, que puedan poner en peligro la ideología dominante en la Isla.
La excepción en este panorama lo constituye la trasmisión del encuentro de Grandes Ligas entre los equipos Rangers de Texas y Reales de Kansas City, el mes pasado, un año y once meses después de que el espacio televisivo “Béisbol Internacional” descorriera las cortinas que aislaban al pueblo cubano del “mejor béisbol del mundo”.
Lo anterior podría significar una apertura, teniendo en cuenta las expectativas surgidas al calor de las conversaciones entre La Habana y Washington.