SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Desde el aparatoso incendio en una céntrica manzana de la calle Enramadas en Santiago de Cuba el pasado año, donde más de siete instituciones estatales quedaron reducidas a escombros en tan solo horas, las autoridades partidistas crearon el proyecto “Santiago Arde”, que, con el símbolo de una antorcha encendida recorrería comunidades marginales y bajo las reparaciones de centros destruidos y olvidados, retornaría a la luz nuevas edificaciones.
En tan solo veinte días, las siete instalaciones siniestradas en el casco histórico santiaguero volvieron a renacer, y desde el 9 de diciembre del 2016 la famosa antorcha pasea en comunidades como Chicharrones, Van Van y el reparto Abel Santamaría.
A más de tres meses, muchos santiagueros se preguntan para cuándo verán las nuevas instalaciones; pero según directivos comunitarios “la tarea es ardua, porque las edificaciones presentan grandes problemas constructivos”.
Carlos Mendoza, vecino del reparto Van Van, una de las comunidades bajo el proyecto, comentó a CubaNet: “Llevan casi tres meses en las mismas reparaciones, la farmacia, la bodega y la cafetería ya estaban reparadas de antes; lo nuevo es el consultorio médico, las instalaciones de lámparas LED y la apertura del mercadito comunitario”.
Agustina, de 77 años, trabajó en la microbrigada en los años 80 para ganarse un apartamento en esa comunidad periférica y reflejó su inconformidad con estas construcciones: “Antes existía el mercadito que fue ocupado por una persona sin casa. Ahora lo vuelven a retomar, pero nunca tiene productos que vender y la mayor parte del tiempo se lo pasa cerrado. Estoy segura que dará más resultado rentando el lugar a personas cuentapropistas, porque siempre tienen todas las viandas y verduras que necesitamos”.
Osnil, delegado de circunscripción (representante comunitario) de esta barriada, lleva más de treinta años en el cargo y es catalogado como el más longevo de la provincia. Reflejó a este diario que las reparaciones que se acometen son para el disfrute de todos los residentes. “Recuperaremos entidades perdidas por el deterioro constructivo, pero también disfrutaremos de una cremería que tanta falta le hace a los habitantes de esta tierra caliente”, dijo.
Otra de las zonas que ya cuentan con las nuevas instalaciones es la comunidad del Abel Santamaría, más conocida por los santiagueros como El Salado. Allí se recuperan, según palabras de directivos gubernamentales en el canal local Tele Turquino, una secundaria básica, el círculo infantil, la sala de video, y se pintaron las fachadas de los edificios multifamiliares, se mejoró la jardinería y se crearon kioscos para el sector por cuenta propia.
Habitantes de esta comunidad que queda a las afueras de la ciudad conversan con este diario y manifiestan sus aciertos y desaciertos con las obras que se ejecutan.
Loida Núñez, que reside en el Micro 1B, señaló que las reparaciones no han resuelto nada, la pintura de los edificios solo fue en las fachadas, y los verdaderos problemas que presentamos en las casas están en el baño y en la falta de depósitos para el albergue de agua, tras la inmensa sequía que tenemos”.
Una madre que tiene a su hijo en la escuela secundaria de la zona apuntó estar conforme con las reparaciones en el plantel educacional. “La secundaría tenía un gran deterioro y los ventanales estaban rotos. Ahora nuestros hijos disfrutaran de una escuela rejuvenecida y podrán recibir clases sin preocupación alguna”.
Emilio, vendedor de utensilios del hogar en uno de los puntos recién construidos para el sector cuentapropista, dijo estar conforme con los kioscos edificados. “Antes teníamos que estar en los portales de las casas céntricas para vender nuestros productos; ahora estamos en la feria habilitada para el sector y las personas ya conocen donde encontrarnos, las ventas se han disparado y las ganancias son mayores tras la apertura de los nuevos locales”.
La comunidad de Chicharrones corre con la misma suerte que las otras barriadas beneficiadas bajo el proyecto. Fue aquí donde el pasado 8 de marzo quedó inaugurada la mayor parte de las nuevas instalaciones.
María Elena Quindelán Nápoles, presidenta de la comunidad, confesó al semanario oficialista Sierra Maestra que “las obras acometidas son una prueba palpable de la voluntad de mejorar la comunidad. Ahora nos queda cuidar lo que con tanto esfuerzo hemos construido”.
En este barrio se puso en marcha un complejo de servicios que incluye un Mercado Estatal Agropecuario, una fonda para que coman personas afiliadas al Sistema de Atención a la Familia (SAF), una carnicería especializada en carne de cerdo y carnero, un establecimiento de la cadena Mercado Ideal, una cremería y tiendas de productos industriales, además de las reparaciones de cafeterías en diferentes zonas.
También confesó la funcionaria que falta mucho por hacer. “Nos queda pendiente hacer la carretera principal que tantos baches tiene, y tirar otras que son de tierra, además de un buen sistema de alcantarillado. Las obras de ‘Santiago Arde’ no ha terminado con esta inauguración, solo es el comienzo de lo que viene en lo adelante”.
A más de 90 días que las antorchas salieran en cabalgata desde el centro histórico de Santiago de Cuba para las comunidades periféricas, aún los santiagueros esperan la terminación de las obras y que el proyecto se extienda por otras zonas olvidadas de la añeja urbe, pero según reflejó una trabajadora de educación de la localidad de Van Van. “Los locales que se quemaron en el centro se recuperaron en solo 20 días, pero estas menguadas reparaciones podemos esperarla con tiempo, para 200 años”, ironizó.