LA HABANA, Cuba.- La Revista de la Vagancia en Cuba (RVC) ataca de nuevo, con el mismo esmeril del primer número —Se botó el guarapo, No. 3 (sic)—, poniendo ahora un “No. 4” y un subtítulo que adelanta sus entrañas: “Tanto ron en nuestra vida y ni siquiera hemos empezado a vomitar”.
Al hablar sobre el número inaugural, hicimos la observación de que el nombre de RVC sale de la Memoria de la vagancia en la Isla de Cuba, que publicó José Antonio Saco en 1832 para criticar las graves “enfermedades morales que padece la isla de Cuba”, intentando “buscarles el remedio y llamando la atención pública hacia un objeto de tanto interés”.
También precisamos que, más allá de esa relación seria y jocosa a la vez, la RVC no hace sociología, sino literatura. Solo se imprime en blanco y negro, con muy pocos ejemplares, y, aunque los organizadores del proyecto habían desechado primeramente esa idea, ahora están valorando divulgarla además vía Internet.
Encabeza este número otro Larvario habanero, donde Optimista Taladro describe al “poeta de mil versos a nadie y a todos leídos”, “altivo jorobado de biblioteca”, que OT llama “el poeta fogonero”: “este hábil estafador, cuya ecléctica visión del mundo se basa en todas las equivocaciones y malentendidos posibles…”
Todos hemos encontrado a un personaje parecido, que “no conoce la higiene de las distancias, ni la llamada higiene personal”; “nadie sabe nunca en qué trabaja”, con un “vocabulario tan rico como el de Eduardo Galeano; su compañía tan estimulante como la de un coro de trovadores, de esos que chillan cada tres meses en homenaje al Señor Rodríguez”.
Luego, la artillería de Viñetas de Rodríguez Peterssen. Una muestra: “«Plegaria» —¡Soyuz 38, Soyuz 38! —gritaba un loco mirando al cielo. Acto seguido sacó del bolsillo de su camisa una foto recortada de algún periódico en la que aparecía un cosmonauta y dijo—: tú, que estuviste por encima de todo, ayúdanos”.
«Ejercicio No. 1» termina de modo desopilante: “…no tenía tiempo para más, ahora era necesario huir. Acababa de matar a dos hombres que trataron de entrar a la fuerza en su casa. Los nombres de los interfectos eran Leonardo Padura y Pedro Juan Gutiérrez”.
Cito otra muy breve: “«Decadencia» Sentado en su viejo sillón, abre la llave del balón de oxígeno conectado a su nariz y toma el matamoscas para recordar que hubo un tiempo en el que aplastaba a las personas como insectos”.
A eso le sigue Escrito en un baño de La Habana (Carta a un académico suizo), de Optimista Taladro: larga misiva que recuerda a Gógol, a Quevedo, a Slawomir Mrozek, por una ironía acertadísima, mordiente, donde el autor comenta escritos que dice haber hallado en un baño habanero, como “me cago en aquel moro fatídico, el opio de los pensadores”.
O este: “A los treinta años ya no nos deprimimos. Somos como topos que han regresado de unos larguísimos y fallidos túneles que minuto a minuto fueron alargados.” O: “Olvida esa mierda de sentir, lo que hay que hacer es desangrar a la perra” (Alain, el nazi de San Leopoldo). O este: “No nos bastaba un solo descubridor… Teníamos que tener dos, tres, hasta cuatro descubridores… De todos estos reguetoneros, ¿quién nos habrá descubierto algún día?”
La página del medio muestra un “póster”: la portada de un supuesto libro que estará “pronto en librerías”. Nada menos que con el título de Julián del Casal-Antonio Maceo, Epistolario cruzado, que muestra una foto muy seria de los susodichos coetáneos.
Después viene una selección —titulada Contigo en la distancia— de aforismos de Georg Christoph Lichtenberg, muy en tono con el espíritu agudo y “sentencioso” de la revista.
A continuación, Esculturas y/o Manifiesto escultórico, de Julio Llópiz-Casal, que arranca con “La escultura es una relación erótica con la materia”, y va concatenando las ideas más turbadoras hasta terminar con “Google es una instalación. ¿En la realidad virtual será posible esculpir?” Siguen varias reproducciones de su obras, como Claro, claro Presidente y La máscara de Gaspar de la Noche… cambio de planes.
En la contraportada se anuncian próximos títulos: Mis pedantes favoritos, Vidas de los plomeros, Preguntas soñadas, Una forma peculiar de la crítica literaria, Un travesti ante la Ley, Historia y Turismo, Sobre el suicidio de un poeta, Confesiones de un enano que pasó demasiado tiempo en puntillas, La gran cadena de la adulación en el arte cubano contemporáneo o ganar las fiestas…
También, como en el primer número, se brinda información sobre los autores: Santiago Díaz M. Optimista Taladro: “Sentencioso filodoxo entregado a profundas reflexiones sobre el «female sport», la pasmadera y todo lo demás”. Julio Llópiz-Casal: “Un gamo suelto. Seguramente el único «joven valor de la plástica» capaz de asociar en una misma idea a Lezama Lima, Virgilio y Piero Manzoni”; su obra “no excluye el reggaetón, la política ni lo que vino después de Warhol”. Arsenio Rodríguez Petersen: “Il Monstruo. Conversador expansivo que ha alcanzado los chispazos de un auténtico maestro del grotesco.”
Esperemos que pronto la RVC pueda llegar a mayor número de lectores en Internet, porque lo merece. Lo merecemos.