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LA HABANA, Cuba.- Por estos días se cumplió el noveno aniversario de la muerte de uno de los luchadores por la democracia de Cuba: Miguel Valdés Tamayo, miembro del Grupo de los 75 y excarcelado por problemas de enfermedad, quien falleciera el 10 de enero de 2007 en el hospital Julio Trigo de la capital, a los cincuenta años de edad.
Aquella ofensiva bárbara del gobierno comunista contra la Sociedad Civil ocurrida en marzo de 2003, que pasó a la historia con el nombre de “Primavera Negra”, puso tras las rejas a 75 disidentes, algunos pertenecían a organizaciones políticas opositoras, otros se dedicaban al periodismo independiente y varios eran bibliotecarios.
En juicios sumarios cargados de odio y ensañamiento, los 75 luchadores por la democracia fueron sancionados a purgar largas condenas de cárcel, diseminados por todas las prisiones del país en condiciones infrahumanas. Uno de ellos fue Miguel Valdés Tamayo, acusado de los delitos de “Traición a la patria” y “Contra la soberanía y la integridad nacional”, por el hecho de fundar el movimiento “Hermanos fraternales por la dignidad”. Condenado a 15 años de cárcel en una penitenciaria de la provincia Camagüey, las autoridades tuvieron que trasladarlo para La Habana por su empeoramiento de salud, producto de las pésimas condiciones carcelarias donde había sido confinado.
En mayo de 2004 le conceden la licencia extrapenal por el agravamiento de una miocardiopatía y poco después Miguel es víctima de un violento acto de repudio en su vivienda, organizado por la policía política y turbas simpatizantes del gobierno, que lo acusaron de “Mercenario al servicio de los Estados Unidos”.
Miguel Valdés Tamayo sufrió constantes amenazas de muerte en su propia casa y fue detenido en múltiples ocasiones, interrogado y advertido y sus pertenencias incautadas. Al momento de su muerte Tamayo tenía dos visas como refugiado político proporcionadas por las embajadas de Holanda y Estados Unidos, pero el gobierno cubano le negaba la salida del país, que estaban justificadas esencialmente por el tratamiento a su dolencia en el extranjero, parte de su familia ya había viajado al exilio y lo esperaban, cuando lo sorprende la muerte el 10 de enero de 2007.
Recordar a Miguel Valdés Tamayo como el primer mártir de aquel terrible evento ocurrido en 2003 que separó familias y enfermó mental y físicamente a decenas de hermanos de lucha, es recordar también al emblemático grupo de los 75. Años después otro Tamayo, Orlando Zapata, daría su vida a la causa de la libertad tras una huelga hambre de 86 días, dentro de aquella misma prisión de Camagüey.
La mediación de la iglesia católica con el gobierno comunista propició la salida del presidio en 2010 a casi la totalidad de los presos políticos. Solo once trasgredieron la condición para la excarcelación y continuaron en la isla. Todos recuerdan a Miguel con respeto, por su integridad patriótica, sus sueños de libertad y justicia y su entrega incondicional a la causa de la democracia.