LA HABANA, Cuba.- Pasarán días, tal vez años, y los vecinos del barrio capitalino Santos Suárez no sepan qué pasó en Correa 163, el sábado 26 de abril, en una de las sedes de la Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP). El barrio se alarmó, la basura se recogió desde temprano, el mercado informal se evaporó, los bodegueros dejaron de vender por la izquierda y para colmo, una decena de escritores y periodistas independientes aparecieron como bichos raros –o tal vez inspectores de la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT) – en la esquina de Correa y Rabí.
Patrullas, policías uniformados, agentes de la Seguridad del Estado y hasta un microbús de la estatal de comunicaciones ETECSA, tomaron unas cuatro manzanas desde las 6 AM. Nada más parecido a una película del sábado en la noche, en la que agentes del FBI esperan que el malhechor entre o salga de su casa.
“No dejan llegar, mejor no hacer la fuerza, será otro día”, le dije a Miriam Herrera Calvo, periodista que hace apenas un año colabora para el portal cubaprensalibre.com, de la Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP). No vi factible que mi colega pasara un mal rato con los agentes de la Seguridad del Estado, apostados en la puerta-calle de la sede.
Probablemente Cuba sea el único país en el mundo con un órgano de Enfrentamiento a la Prensa, obviamente destinado para periodistas que no se prestan a inflar globos con los soplos de un sistema fracasado e insensible a los problemas sociales. El denominado departamento 21 de la Seguridad del Estado, con agentes mejor pagados y con más posibilidades que un periodista oficial, se iguala en operatividad y tratamiento al resto de los cuerpos represivos que sofocan las actividades pacíficas de la oposición interna.
Un hombre alto, de 67 años, fue arrestado sin resistencia a las 8 y 50 AM, en la esquina de Flores y Correa. Contrario al procedimiento contra los delincuentes, el señor fue tratado con amabilidad, no lo esposaron y le dejaron su billetera. Dos horas después, una señora de 54 años era secuestrada en un auto blanco y arrojada a veinte kilómetros de Santos Suárez. Nadie supo quiénes eran, tal vez nunca lo sepan.
Silenciar a la prensa independiente con el arresto de veintiséis periodistas en marzo de 2003, en la denominada Primavera Negra, trajo consigo que en pocos meses se multiplicaran los comunicadores. El hecho tuvo alcance global y la televisión cubana transmitió los juicios sumarios.
Pero el contribuyente cubano no sabe que existe un cuerpo represivo para estos menesteres, tal vez algo o nada sobre la prensa independiente en Cuba. No hay tiempo para eso, nadie tiene Internet y lo de Correa 163 puede ser cualquier cosa.
Las zancadillas del Departamento 21, inútiles y sin argumentos, no pasan de irrespetar, amenazar o difamar a periodistas independientes y sus familiares, bloquear encuentros o prohibir la discusión a puertas cerradas de un simple Código de Ética.
Eso fue lo que pasó el sábado 26. A veinticinco periodistas y escritores, según contabilizó -con nombre y apellido- la propia Seguridad del Estado en Correa 163, se les prohibió participar en el lanzamiento del último número de la revista Hispano Cubana y la primera Asamblea de afiliados de la APLP. Periodistas de cubanet.org, primaveradigital.org, hablemos-press y Diario de Cuba, se encontrarían para ventilar los problemas que enfrentan la prensa independiente, así como el segundo debate sobre el Código de Ética para Periodistas Cubanos.
Para la población fue más llamativo el operativo montado por la Seguridad del Estado desde las 6 AM y la aglomeración de periodistas independiente en la esquina de Correa y Rabí, que lo que pudiera acontecer a puertas cerrada en la sede de la APLP. La inquietud arrojó rumores tales como que “había una reunión de los derechos humanos” o que “ZunZuneo andaba por la zona”.
El señor arrestado por más de cinco horas resultó ser el presidente de la APLP, José Antonio Fornaris. La señora tirada como basura en las afueras de La Habana, la periodista independiente Miriam Herrera Calvo. Mientras, la barriada de Santos Suárez quedó en el limbo.