GRANMA, Cuba.- La reciente decisión de otorgar a la provincia Granma la sede nacional por el Día Mundial del Medio Ambiente, el próximo 5 de junio, ha generado polémica entre los pobladores. En debates públicos han salido a relucir lugares y acciones que hacen cuestionarse el merecimiento de tal distinción. Incluso declaraciones oficiales de algunas autoridades reconocen deficiencias.
“Si aquí ni siquiera existe el medio ambiente…”, dice Marcelino Rosales al conocer la noticia. “Por dondequiera que miras hay basureros y contaminación. Yo quisiera que esa gente (los que tomaron la decisión), vieran las condiciones del río, por atrás del combinado lácteo. Eso allí da asco y es misma agua que se toma la gente del Molino Rojo y Flora (dos de los poblados aguas abajo).
“Acostumbro a ir a pescar por esa zona; pero ya casi ni se puede, porque el peje enseguida le huye a la suciedad”, se lamentó el señor. “Y eso lo saben las autoridades, pero nadie hace nada para resolverlo”.
En reiteradas ocasiones, en las calles bayamesas las aguas albañales brotan de los tragantes. Las tupiciones han provocado inundaciones en viviendas. En algunas áreas destinadas al vertido de basura, los desechos se acumulan propiciando la propagación de epidemias y plagas. El sistema de recogida y tratamiento de desechos sólidos y líquidos actual es ineficiente.
Desde varios puntos de la geografía bayamesa llegan a los ríos aguas contaminadas provenientes del antiguo sistema de alcantarillado. La urbanización del Centro Histórico de la ciudad tiene varias décadas de antigüedad, y cuando se concibió, la evacuación de las aguas albañales y pluviales se hacían directamente al río, como era normal en esa época. Pero el vertimiento directo de los desechos de las industrias y viviendas implica una agresión ambiental.
Desde el arroyo Manegua hasta el puente del Salado, siguiendo el curso del río Bayamo, son varias la fábricas, empresas, establecimientos y desagües albañales que vierten sus desechos a la corriente fluvial. Los más grandes contaminantes pertenecen a las empresas láctea y cárnica. En la última parte de este tramo, una mezcla de grasas, combustibles y otros contaminantes cubren las aguas, formando una capa que da la impresión de estar mirando asfalto.
Desde el céntrico malecón bayamés se pueden ver dos cursos de agua casi paralelos; uno de aguas negras y contaminadas, y otro que es el cauce del río Bayamo. Metros más adelante, también es visible su punto de unión. A lo largo de la ribera proliferan basurales y vertederos de desechos sólidos. Parte de su trayectoria está cubierta de una capa de desechos y combustibles, pinturas y lubricantes.
El río Jiguaní, pertenece a la Cuenca del Cauto, atraviesa la cabecera del municipio del mismo nombre, donde solo una quinta de la población tiene cobertura de tratamiento de residuales. Del resto, una cantidad considerable vierte directamente en su caudal.
La máster en ciencias Ileana Pacheco, especialista en gestión ambiental, expresó en la prensa local: “El Combinado lácteo, integrado por ‘La Hacienda’, ‘Dietéticos Bayamo’ y el combinado de helado y queso, vierten directamente al río por su parte trasera; y ‘El Alba’, a través del arroyo Manegua que también alimenta el río (…) Parte de esa depauperación del medio ambiente le corresponde a Servicios Comunales, ‘Cárnicos Bayamo’, el matadero de aves, Acueducto y Alcantarillado, entre un sinnúmero de entidades estatales”.
A los casos mencionados se suman otros afluentes de aguas residuales de la ciudad.
El Departamento de recursos hidráulicos y planificación física de Bayamo, al analizar la situación, declaró a la prensa que “la mayoría de los vertimientos de residuales líquidos a ríos y canales de drenaje de sistemas de tratamiento están localizados en instalaciones de los ministerios de Agricultura, Interior, Fuerzas Armadas, Industria Alimentaria, Energía y Minas, Transporte, Salud Pública, Educación, Turismo, Construcción, y en órganos locales del Poder Popular”
Un doloroso precedente se sitúa en mayo de 2014, cuando el vertimiento de residuales del Central “Grito de Yara” a la cuenca del Cauto ocasionó la muerte de peces y la clausura temporal de la mencionada fábrica azucarera.
Las zonas boscosas también han sido afectadas por la tala y quema indiscriminadas. “Existen dificultades con las trochas cortafuegos en las áreas boscosas en ocho municipios, quema descontrolada en el sector cooperativo”, según Digna Días Silveira, jefa de grupo de gestión y protección de recursos naturales.
Por su parte, el teniente coronel Orestes López Álvarez, jefe del Cuerpo de Bomberos en Granma, reconoció las consecuencias dañinas que han generado los incendios forestales o las provocadas por la quema de desechos industriales en varios municipios granmenses.