LA HABANA, Cuba.- En el año 2004 los investigadores estadounidenses Roger Keeran y Thomas Kenny, ambos vinculados con los sindicatos de su país, publicaron el libro Socialismo Traicionado, que trata acerca de la caída del comunismo en la antigua Unión Soviética.
De acuerdo con los autores, el socialismo colapsó en ese país, en primer término, debido a la traición de Mijail Gorbachov con sus políticas de Glasnost y Perestroika, y no como consecuencia de la inoperancia de la doctrina marxista-leninista.
Semejante punto de vista debe de haber sido del agrado de los gobernantes cubanos, quienes insisten en la validez de esa ideología como medio de lucha contra el sistema capitalista. Por tal motivo, muchos esperaban que no tardara la edición cubana de esa obra. Sin embargo, pasaron los años, más de una década, y no aparecía la referida edición.
Claro, una lectura detallada del libro podría indicarnos el porqué del desdén de las editoriales oficialistas de la isla. Sucede que los autores relacionan una serie de hechos ilegales que tenían lugar en la denominada “segunda economía” soviética, y que según ellos fue uno de los factores que influyó en la caída del comunismo y la posterior desintegración de ese país.
Veamos varias de esas actitudes: los campesinos robaban pienso del Estado para sus animales en los koljoz; los trabajadores robaban materiales y herramientas con los cuales realizaban sus trabajos particulares; los médicos robaban medicinas; los choferes robaban gasolina y usaban loa autos oficiales para su uso personal; los gerentes de las tiendas ocultaban los productos más demandados y después los vendían en el mercado negro a más altos precios; y los choferes de los ómnibus del transporte público se quedaban con parte del dinero que pagaban los pasajeros.
¡Por supuesto, una copia al papel carbón de la actual realidad cubana! Lógicamente, a los dinosaurios de la nomenclatura castrista no les habría gustado verse retratados de esa manera, y mucho menos aceptar el argumento de que esa situación puede dar al traste con el sistema socialista.
Entonces, ¿qué novedad habría posibilitado que a inicios de 2016, al fin, los lectores cubanos hubiesen accedido al referido texto? La indagación podría conducirnos a los debates del VII Congreso del Partido Comunista, cuando quedó establecido que no se permitirá la concentración de la riqueza en manos de los actores económicos no estatales, aun si ella fuese obtenida lícitamente.
En cambio, en la página 154 de Socialismo Traicionado (edición de Ciencias Sociales, La Habana, 2015) se recogen declaraciones de Gorbachov durante el XXVII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1986, las cuales difieren del tratamiento dado por el castrismo. Dijo así el líder soviético: “Nosotros no debemos permitir que se manche el nombre de aquellos que mediante un trabajo honesto obtienen ganancias suplementarias”.
De ese modo pueden dormir tranquilos los dinosaurios. A pesar de todos los cambios económicos que tienen lugar en la isla, incluyendo el uso de las palancas del mercado, aquellas personas que lean Socialismo Traicionado saldrán convencidas de que aquí se están haciendo las cosas de una manera diferente a como las ejecutó Mijail Gorbachov.