LA HABANA, Cuba – Me contaba un amigo que su hija tuvo que acompañar a su esposo al cuerpo de guardia del ahora llamado Hospital Universitario “General Calixto García”, en el Vedado, el pasado 3 de septiembre del 2015 a las once de la mañana, y lo que ella vio allí era “el vivo retrato de la indolencia en la atención a los pacientes”.
Se repetía casi el mismo guión de pesadilla que en el periódico capitalino Tribuna de La Habana del 24 de marzo de 1988 –hace 27 años–, reseñara la periodista Nuria Carretero en un inusual artículo: “Hay mucho que decir sobre el cuerpo de guardia del Calixto García”, donde la reportera decía desde el principio: “…visitamos el cuerpo de guardia a fin de entrevistar a algunos pacientes y trabajadores, ya que este colectivo, opta por la condición de Modelo, distinción que creemos no merece poseer en estos momentos”.
Seguidamente la autora mostraba el resultado de sus pesquisas, donde abundaban las quejas sobre el excesivo tiempo de espera para recibir atención de urgencia, la falta de los médicos necesarios para evitar las largas colas, y de paso, la desinformación. Y terminaba aseverando que el gobierno de Cuba invierte cuantiosas sumas de dinero en recursos para que el pueblo reciba una atención médica “rápida y eficiente”, por lo que tales situaciones de maltrato no son justificables, aunque se traten miles de personas diariamente en cualquier cuerpo de guardia.
Refiere Ariadna, la hija de mi amigo, que “ese día en específico, y no quiero generalizar, aquello era un caos. Con gran afluencia de personas, y de enfermos en camillas, y un salidero de orina por los pasillos, proveniente de los baños que hay en la entrada, muy mal ubicados por cierto. Yo sentí miedo al tener que respirar en medio de aquel recinto con aire acondicionado, porque el mal olor era penetrante. Pero me quedé allí mientras mi esposo hacía la larga cola para verse con la otorrino, que estaba solita, pues el otro galeno no llegó. Estuvimos dos horas para que nos atendieran. Después, la doctora decidió salir, según dijo cuando nos íbamos, “a tomarse un café. Y los demás, que esperen”.
Esto no es un hecho aislado, y a lo largo del tiempo, siempre sucede la misma historia con el Calixto, aunque también en otros centros hospitalarios de las islas. Pero el colmo de tales hechos de deshumanización en este cuerpo de guardia le ocurrió hace unos veinte días en horas tempranas de la noche a Remberto Fernández, un ingeniero retirado, residente en la calle 25, entre A y B, en el Vedado.
Así lo cuenta la esposa de Remberto, Tesis: “Llevé a Remberto al Policlínico ‘Moncada’, aquí cerca, en 23, y según la doctora que lo asistió, sufría una isquemia cerebral, y lo remitieron hacia el Calixto García. Entonces tomamos un taxi particular, que nos condujo al mismo, a pesar de no tener dinero para pagarle. Al llegar allí no había ni siquiera un neurólogo de guardia, ni tampoco la necesaria ambulancia para conducirlo a otro centro hospitalario, y tuvimos que ir a pie, poco a poco, hasta el hospital Comandante Fajardo, a unas seis cuadras de distancia, donde se desmayó en la entrada”.
El Hospital Calixto García fue construido en las Alturas del Príncipe (la “Loma de Aróstegui”), e inaugurado a finales del siglo XIX como Hospital Militar “Alfonso XIII”, y donde se atendieron no sólo los soldados españoles, sino también los marines heridos por la explosión del Maine en la bahía habanera. Con la derrota de España en la guerra, recibiría una inversión para su reparación, equipamiento y drenaje por parte del gobierno interventor estadounidense, y así pasó a denominarse Hospital Militar Número 1, en 1899. Al transcurrir un año fue transferido al Municipio de La Habana, llamándose Hospital Municipal Número 1. Entre los años 1914 y 1920 fue reconstruido en su totalidad, y renombrado como Hospital Nacional “General Calixto García”, ocupando un área de ciento treinta mil metros cuadrados.
En la actualidad, y a diario, los medios de comunicación en la Isla no cejan de resaltar la solidaridad ofrecida por todo un ejército de médicos cubanos que brindan el servicio de salud en varias partes del mundo.
Pero tal manipulación del gobierno se refuta con los testimonios recogidos. No en balde Tesis, la esposa de Remberto, subrayó con lágrimas en los ojos: “Este sistema propagandístico, en manos del Estado, prefiere no indagar sobre el actual desastre de los servicios médicos nacionales, y solamente nos enteramos del maltrato cuando acudimos como paciente, o acompañante, a cualquier centro hospitalario de Cuba”.